análisis

Una plata por 'el reglamento en la mano'

Xavier Pérez

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Triste y cruel. Pero con el reglamento en la mano, legal. Perder la final de un Mundial de esta manera duele mucho. Seguramente habrá mil y una interpretaciones, puntos de vista y críticas a las colegiadas francesas. Podemos entrar en discutir si España debía haber amarrado el balón hasta el último momento antes de lanzar, si Ainhoa Hernández podía haber no entorpecido el saque de la portera o saltando un metro más atrás para evitar tocar el balón dentro del área, incluso argumentar que las hermanas Bonaventura se podían haber ahorrado pitar falta en esa acción. Todo el mundo se puede equivocar, aunque quizá el error no estaba en la pista sino en el palco

Si nos ceñimos a la interpretación literal del artículo 12.2 del reglamento internacional de balonmano, «se considera ejecutado el saque de portería cuando el balón lanzado por el portero ha rebasado completamente la línea del área de portería. Se permite a los jugadores del otro equipo estar justamente fuera de la línea del área de portería, pero no se les permite tocar el balón hasta que éste haya rebasado completamente dicha línea». La desgracia quiso se se aplicara a rajatabla esa norma. Penalti y roja directa (consideración de las colegiadas por entender que era se había impedido una clara ocasión de gol en el último minuto). El reglamento en este caso sí es más discutible y, sobre todo, lo es la ausencia de la tecnología (precisamente en Japón, una de sus mecas). 

Tras muchos años en este deporte, puedo decir que ese apartado siempre ha sido el talón de Aquiles del balonmano. Las paquidérmicas reacciones de los dirigentes ante las novedades son de todos conocidas. Si no, ¿cómo es que en este Mundial la IHF no permitió la revisión del videoarbitraje, como sí sucede en las competiciones de la EHF (la federación europea)? Hassan Moustafá, su presidente lleva 20 años en el cargo. ¿Obsolescencia? Tal vez. Hasta incluso 'programada'.

Las 'guerreras' merecían este título, esta medalla. Esperemos que alguien recapacite y meta presión. España vuelve a echar de menos la presencia de alguien en los organismos internacionales. Igual el presidente de la Federación Española (ex-árbitro y ex-presidente del comité de árbitros), Paco Blázquez, puede comprender perfectamente lo que digo y consiga intentar meter algo de presión.