Semana de locos
El calendario es muy estresante, coinciden cenas de empresa con congresos políticos y rondas negociadoras con el amigo invisible, pero la gran duda sigue sin despejarse. ¿Habrá investidura antes de fin de año? Es más fácil apostar a un décimo del Gordo que dar una fecha. Por si acaso, entre Navidad y Año Nuevo me voy a despejar la agenda, porque parece que no hay prisa, pero las cosas no siempre son lo que parecen.
Tras el acelerón con el que pactaron Sánchez e Iglesias, ahora tenemos un nuevo esprint con reuniones a tutiplén siguiendo la estrategia de moverse en todas las direcciones para no ser un blanco fácil. Sánchez se verá con Pablo Casado que ya le ha dicho “que no se espere nada”. Después con Arrimadas cuyos 10 diputados tendrían más valor si dejaran de ir en comandita con el PP y salieran de esa vía muerta a la que pocos dan aliento. El PSOE también convoca a todos los grupos parlamentarios y Pedro Sánchez llamará a todos los presidentes autonómicos, una coartada para hablar con Quim Torra como le han pedido los de ERC que intentan evitar por todos los medios que los de Puigdemont les revienten las negociaciones.
Entre tanta reunión, tendremos puesto el ojo en el Tribunal de Justicia de la UE que debe resolver el jueves si Oriol Junqueras tiene inmunidad como europarlamentario y de rebote, si también Puigdemont goza de esa inmunidad y puede sentarse como diputado en el Parlamento europeo. La decisión es importante porque la posible inhabilitación a Torra por desobediencia podría provocar un adelanto electoral en Catalunya y una nueva repetición del duelo a la catalana entre Junqueras y Puigdemont ya que ambos sostienen que serían candidatos si la justicia europea les reconoce la inmunidad.
Proceso de descomposición
Este fin de semana el PDECat ha celebrado su Consell Nacional y se constata que solo el liderazgo de Puigdemont mantiene en pie a una fuerza política en proceso de descomposición. Gran contraste con el Congreso que también ha celebrado el PSC este fin de semana donde Iceta sigue marcando el ritmo, empeñado en poner “toda la carne en el asador” para lograr la investidura. Ni la “vaselina” que preocupa a García Page, ni los “estragos del supremacismo” que denuncia Lambán, hacen temer que se agite la balsa de aceite en la que se ha convertido el PSOE desde que Pedro Sánchez se hizo con el partido y con la Moncloa y mantenga la esperanza de seguir allí instalado.
El PSOE tiene prisa, normal, la mitad de su presidencia Sánchez la ha pasado en funciones. ERC presume de tener todo el tiempo del mundo, pero el calendario aprieta. Si se precipitan unas elecciones catalanas, ERC no podría seguir sentado en la mesa de negociación, la presión sería insoportable, pero mantendrían el estigma de traidores aunque el pacto quedara en nada. El próximo fin de semana tienen su Congreso y mucho en qué pensar. ¿ERC dejará de nuevo que Puigdemont desbarate su estrategia o van a darse prisa en cerrar un acuerdo de investidura que garantice un gobierno en España de PSOE e UP y los consolide como sus interlocutores preferentes? ¿De verdad no tiene prisa?
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