Dos miradas

La persuasión

El origen del arte es la persuasión, como un conjuro. Y el artista actúa como un intermediario de la revelación

EL COGUL. Pinturas rupestres.

EL COGUL. Pinturas rupestres.

Josep Maria Fonalleras

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Cuando John Berger visitó la cueva de Chauvet, escribió un artículo impetuoso, fascinante, en el que trata de aproximarse al misterio de aquel arte hecho en unas condiciones extremas. Como ocurre en las cuevas del Périgord, por ejemplo, las pinturas rupestres no están hechas en un lugar habitado por los sapiens, sino en un refugio donde descansaban los osos. Es decir, para dar vida a esas pinturas esos hombres se jugaban la vida.

Iban por algún tipo de devoción, por una llamada atávica que no sabían formalizar más allá de lo que escribe Berger: "Lo que la roca les decía era que los animales -y todo lo demás que existía- estaban dentro de las paredes de la cueva y que el artista podía persuadirles para que salieran a la superficie". El origen del arte es esa persuasión, como un conjuro. Y el artista actúa como un intermediario de la revelación. Es lo que he pensado al ver estas figuras de la cueva de Indonesialas más antiguas, según los expertos. Ha vuelto aquella idea de epifanía de la naturaleza. Como también aseguraba Berger, "el arte surge como un potro que se echa a andar nada más nacer”. Una luz en la oscuridad, un escenario religioso, un clamor contra la desaparición.