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Desastre ecológico en el Besòs

Cabe confiar en la capacidad del río para recuperarse del duro golpe ambiental tras el vertido tóxico por el incendio en una industria de Montornès del Vallès

Peces muertos en el río Besòs, a la altura de Santa Coloma de Gramenet

Peces muertos en el río Besòs, a la altura de Santa Coloma de Gramenet. / periodico

El incendio que se produjo el miércoles en la planta de reciclaje de disolventes y residuos industriales de la empresa Ditecsa, en Montornès del Vallès, ha generado «un desastre ecológico», con unas consecuencias ambientales «terribles», en palabras de la alcaldesa Ada Colau. Más allá de la humareda y de la contaminación del aire, que generó la activación del Plan de Emergencia Exterior del Sector Químico de Catalunya, la tragedia se ceba ahora en el río Besòs, a lo largo de unos 15 kilómetros, desde Montornès hasta su desembocadura. En este tramo, la Agència Catalana del Agua (ACA) ha cerrado el parque fluvial y recomienda no extraer agua directamente del curso del río aunque, por otro lado, el Consorci BesòsTordera especifica que, aun siendo cercana al lugar del accidente, la depuradora ha funcionado correctamente. El desastre ecológico se concentra ahora no solo en la calidad del agua, puesto que el río «está lleno de disolventes», como denuncia la alcaldesa de Montcada i Reixach, sino también en el impacto en la fauna piscícola.

Desde la ACA se tiene la impresión de que la afectación de la población de peces y anfibios es muy alta, puede que total, con especial incidencia en las anguilas, que sufren un riesgo crítico de extinción. Además, puede extenderse a otras especies, en una cadena que también incidiría en los pájaros. Estamos hablando de un sistema altamente delicado que hace unas décadas era el río más contaminado de Europa y que revirtió esta condición gracias a los esfuerzos conjuntos de entidades e instituciones, en un trabajo lento y persistente que ahora está en peligro. Desde Ecologistas en Acción se recuerda el esfuerzo llevado a cabo hasta lograr «una buena calidad del agua» y, al mismo tiempo, se pone el acento no solo en su deterioro sino también en el del aire, a causa de los productos nocivos que se liberan continuamente.

La contaminación parece ser que se generó por el vertido del agua destinada a apagar el fuego, que no pudo ser absorbida por el sistema de alcantarillado y fue a parar al río. Esta circunstancia requiere una investigación a fondo del procedimiento y de los protocolos de emergencia. La Fiscalía del Medio Ambiente de Barcelona ya ha tomado cartas en el asunto, mientras que los Mossos indagan sobre las causas. En este sentido, conviene recordar que Ditecsa ya ha sido sancionada dos veces en los dos últimos años y todavía tiene abierto un expediente de la Dirección General de Calidad Ambiental y Cambio Climático. Aunque la Generalitat afirma que las inspecciones realizadas no afectaban al medioambiente, lo cierto es que las irregularidades eran habituales y no cumplía «las prescripciones como gestor de residuos». Tendrán que depurarse responsabilidades, por supuesto las de una empresa con antecedentes, pero también las de quienes no hayan puesto el empeño suficiente en evitar la catástrofe. Confiemos, como dicen las organizaciones ecologistas, en la capacidad de recuperación del río, pero también en las acciones que han de poner en marcha las instituciones, entre ellas la de un control estricto de toda la cuenca del Besòs, con otras empresas químicas que también suponen un peligro para el ecosistema.