IDEAS

Esclavos de sus maestros

Scarlett Johansson y Adam Driver, en un fotograma de 'Historia de un matrimonio', de Noah Baumbach

Scarlett Johansson y Adam Driver, en un fotograma de 'Historia de un matrimonio', de Noah Baumbach

Desirée de Fez

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Estos días, la conversación en mi 'timeline' (que cuando me pilla con la guardia baja cometo el error de pensar que representa al mundo real) ha estado secuestrada por 'Historia de un matrimonio', la nueva película de Noah Baumbach. Probablemente sea la película a la que mejor le ha venido la polarización de la opinión en las redes. El debate en torno a ella ha provocado en Twitter, por ejemplo, fenómenos casi paranormales. Ha generado memes 'de autor'. Se ha utilizado, con insólita agresividad, como arma para atacar a quien no piensa como tú. Y ha dado pie a encendidas opiniones (muy a favor o muy en contra) a cargo de personas que aún no la habían visto (y no solo lo reconocían sin pudor, sino que parecían considerarlo un mal menor). Pero, por imposible que parezca, el 'beef' en línea esta vez ha traído algo bueno: una cantidad insólita de interpretaciones y formas de acercarse a ella.

'Historia de un matrimonio' ha generado una cantidad insólita de interpretaciones

Estoy convencida de que Noah Baumbach jamás habría imaginado que su película sobre la separación de un matrimonio generaría tantas lecturas -y tan distintas y encontradas- en torno a sus personajes, sus escenas y su visión de una ruptura. Uno de los temas estrella de esta animada y agitada conversación ha sido la relación de 'Historia de un matrimonio' con determinadas películas de Ingmar Bergman. Los fans han usado la comparación para decir lo bueno que es Baumbach y los detractores, para cargárselo argumentando que la relación le queda grande. Al margen de estar en un bando u otro, la influencia es evidente e incluso explícita. Como lo es, para mí en mayor medida, la de Woody Allen, que prefigura 'Historia de un matrimonio' y gran parte de la filmografía de Noah Baumbach.

Todo esto me ha hecho pensar mucho en los autores que son muy esclavos, por voluntad propia, de sus maestros. No los que los releen constantemente desde lo personal (como Brian De Palma a Alfred Hitchcock), sino los que casi los replican, aunque sea de forma brillante. Sigo dándole vueltas e invito a preguntarse sobre qué espacio ocupan estos directores en el cine contemporáneo, cómo trascenderán y cómo se propagará su huella.