Análisis

El río de la vida

El río Besòs, a la altura de Santa Coloma de Gramenet

El río Besòs, a la altura de Santa Coloma de Gramenet / periodico

Sergi García

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El Besòs, cuya acción remontante le permite incluso arañar escorrentías al Ter en la hoya de Vic, se abre camino en la cordillera prelitoral, atraviesa la depresión del Vallés y desemboca en Sant Adrià de Besòs, donde forma un delta cuyos depósitos sedimentarios enlazan con los del delta del Llobregat: entre uno y otro creció la ciudad de Barcelona. 

El río ha estado vinculado muy estrechamente con la capital catalana. La mayor parte del agua que consumía y necesitaba provenía de su cuenca, a través de la milenaria acequia Condal. De hecho, el crecimiento y prosperidad de Barcelona se debe, en parte, a sus aguas. Andando el tiempo, el crecimiento industrial y urbano del área metropolitana de finales de siglo XX, en ese sector, con el deterioro ambiental que ese progreso ha conllevado, dejó el río hecho una auténtica cloaca máxima. Ya no era necesaria su agua, que se fue a buscar más lejos, al Ter. Sus niveles de deterioro eran tan elevados que le llegaron a considerar uno de los ríos más contaminados de Europa. Su estado en la mayor parte de su curso era tal que prácticamente la vida se podría considerar entonces extinta. Sumergidos no se veían peces sino otras cosas que explicitaban sin género de duda lo que era el sucio río entonces.

Sensibilidad ambiental

Las demandas de la sociedad de finales de siglo XX, con cada vez mayor sensibilidad ambiental, hicieron impulsar a las administraciones europea, estatal, autonómica y municipal las reformas, proyectos y mejoras necesarias para recuperarlo. Se construyeron depuradoras, se controlaron los vertidos industriales, se abatieron las torres de alta tensión, se urbanizó el cauce entre muros para convertirlo en un parque fluvial y se crearon marjales de carrizo (Phragmites australis) para depurar mejor una tercera parte de los efluentes de la depuradora de Montcada i Reixac.

Poco a poco se pudo ir bajando al río sin taparse con fuerza la nariz. Poco a poco volvieron las aves y poco a poco se fueron distinguiendo las escurridizas siluetas de los primeros peces, cuya aparición fue noticia a principios del siglo XXI y catalizó el sentimiento de que el río volvía a serlo. 

Siete especies de peces

Ciertamente, la mejora de la calidad del agua ha permitido ese feliz retorno que se cifra en la presencia de siete especies de peces en el tramo inferior, algunos tan interesantes como la colmilleja –en catalán 'llopet de riu'– ('Cobitis paludica'), una especie probablemente introducida desde la cuenca del Ebro que se considera vulnerable, dado que sus poblaciones han descendido muy notablemente en su área de distribución natural.

Sin embargo, en el Besòs, ha encontrado un buen cobijo. Otro pez que nada en sus aguas, en este caso autóctono de pleno derecho, es el barbo de montaña ('Barbus meridionalis'), pero quizá el más interesante sea la anguila, un sorprendente pez que se reproduce en el mar de los Sargazos, en el Atlántico y acude a los ríos a desarrollarse, también acude, aunque no por voluntad propia, a los mercados, siendo como es una especie vulnerable y cada vez más escasa. 

La mejora del agua, el retorno de los peces, de los muchos invertebrados acuáticos, de centenares de especies de aves que bien crían, bien utilizan el espacio para descansar durante sus migraciones, de las nutrias, que después de más de medio siglo vuelve a asomar el hocico, son hitos de una recuperación ejemplar. Queda camino por recorrer, por ejemplo, se ha de recuperar la población de anfibios, antes muy numerosos, según las crónicas, en lo que fue el delta del Besòs, y hoy tan escasos, no obstante, todavía quedan poblaciones de sapo corredor o de rana común.

Todos estos logros pueden ser puestos en riesgo por sucesos como el ocurrido en Montornès del Vallès. Un vertido incontrolable, ocasionado por un incendio, ha matado a un número grande, pero indeterminado, de peces y con toda seguridad también ha provocado la muerte de otros muchos organismos. Sin duda, la sensación de que el río está bajo una amenaza permanente tiene que cambiar y debería haber más seguridad y control de las actividades industriales en la ribera del río que volvió a la vida.