IDEAS

Divorcio a cámara lenta

Scarlett Johansson y Adam Driver, en un fotograma de 'Historia de un matrimonio', de Noah Baumbach

Scarlett Johansson y Adam Driver, en un fotograma de 'Historia de un matrimonio', de Noah Baumbach

Miqui Otero

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Piensen en alguien que está bailando en su casa, tropieza con la pata de una silla y cae al suelo. Si quieren que sea más divertido, ahora doblen la velocidad de esa acción. Si realmente quieren reírse, redúzcanla a la mitad. A cámara lenta, podremos ver su sonrisa durante un baile que, además, se revelará algo ridículo, incluso nos permitiremos reparar en que el impacto ha sido con pies descalzos, para luego asistir a cómo se degrada su gesto (sonrisa, sorpresa, dolor) y saborear con tiempo la caída inevitable. Ahora vean este último vídeo en un día pésimo y quizás les dé pena.

La novela del siglo XIX arrancó muy consagrada a tratar la búsqueda de matrimonios, pero últimamente abundan los artefactos de ficción y no ficción que relatan la caída de un matrimonio en slow motion. Quizás porque todo, también el romance, sucede tan rápido. 'Historioa, de Noah Baumbach, se detiene en esos detalles. Hay tanta gente discutiendo esta película recién estrenada en Netflix que uno diría que la el debate ha provocado algún que otro divorcio. Es curioso que personajes que pagan 450 dólares por hora a sus abogados provoquen esta empatía. Quizás la clave la haya colocado el director en la figura de una canguro con gafas que, al inicio de la película y cuando los dos protagonistas vuelven a casa, les dice: “Sois tan atractivos…”. Y añade: “Perdón”.       

Una de las autoras del momento, Rachel Cusk, publicará en España dentro de unos meses 'Despojos' (Libros del Asteroide), donde también explora brillantísima y cruelmente el cadáver putrefaciente de su matrimonio. Y hace bien poco Isaac Rosa firmaba la colosal 'Feliz final', donde los protagonistas, en precario laboral, deben calcular algo más que las minutas de un abogado ricachón. “Nosotros íbamos a envejecer juntos”, es la primera frase que encierra toda la novela.

Quizás nos guste espiar la desgracia ajena para sentirnos mejor, como cuando vemos llover por la ventana. Que se pudra una fruta y verla ya mohosa no es magnético, pero asistir a su larga decadencia en solo unos segundos de 'time lapse', de fotografías sucesivas, o de cine, sí lo es.