Opinión | Editorial

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Los claroscuros del acuerdo de Ryanair

Las renuncias de los trabajadores hacen que el coste de mantener la base de Girona sea dudoso

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La compañía 'low cost' Ryanair ha decidido finalmente mantener su base de operaciones en el aeropuerto Girona-Costa Brava, la primera que existió en el sur de Europa y que significó, desde el año 2004, una revitalización enorme de la instalación aérea. En verano y a causa, según la empresa, de sus pérdidas económicas y del retraso en recibir aviones Boeing, saltó la noticia del cierre de la base, al mismo tiempo que dos más en las Islas Canarias, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo. La buena noticia, en especial para el sector turístico gerundense, es que el centro seguirá en funcionamiento. Esta circunstancia no afectaba a los vuelos programados, pero era evidente, más allá del conflicto laboral, que no tener los aviones durmiendo en Girona iba a rebajar a medio plazo el servicio.

El presidente de la Federación de Hostelería ha celebrado el acuerdo de la compañía con los trabajadores, «porque todos han cedido un poco», aunque este es el punto débil del asunto. Según han denunciado los sindicatos, la propuesta de Ryanair se produjo con un margen de decisión muy exiguo y sin pasar por negociaciones conjuntas, sino con una especie de presión individual con notables recortes en las condiciones laborales. Los trabajadores que han aceptado (tanto pilotos como tripulantes de cabina), pasan de fijos a fijos discontinuos (con tres meses de paro y sin conservar derechos adquiridos como el de antigüedad) y con un nuevo contrato, a partir del 1 de enero, que rebaja su categoría laboral. En apenas una semana y tras una convocatoria urgente, tuvieron que decidir entre esta drástica reducción o el despido. La Generalitat y otras instituciones han invertido notables cantidades (unos 60 millones desde 2004) para mantener las rutas, sin que los convenios tuvieran en cuenta si Girona tenía base operativa o no. Aun así, y teniendo en cuenta que Ryanair representa el 70% del volumen de negocio del aeropuerto, deberían sopesar la importancia estratégica del aeropuerto y actuar en consecuencia para que no todo dependiera de las prácticas prepotentes de la compañía.