Salud y tecnología

En busca de la rentabilidad del bienestar digital

Este mercado ha avanzado mucho desde que los relojes y móviles inteligentes ya incorporan en el dispositivo todos estos elementos de seguimiento de la actividad física y de nuestra salud

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Carmina Crusafon

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La compra de Fitbit por parte de Google  FitbitGoogle es una muestra clara de que el gigante tecnológico entra en el mundo del bienestar para quedarse. En los últimos años se han ampliado el número de dispositivos que nos permiten realizar una seguimiento de la salud y de la actividad física. Más allá de la dimensión económica de estas actividades, lo que está en juego son los datos sobre nuestro bienestar. Es momento de analizar cómo está creciendo esta industria.

Se han multiplicado los dispositivos que nos permiten hacer un seguimiento de nuestra salud y bienestar. Los primeros que inauguraron el mercado fueron los seguidores de actividad de nuestro cuerpo en la década de 1990. Poco a poco se han ido sofisticando y ahora existe un gran catálogo que se agrupa bajo la categoría inglesa “wearable”, que significa dispositivo vestible o llevable. Podríamos decir que su versión más popular es la pulsera de actividad física. Además, estos dispositivos están conectados a ordenadores o a teléfonos inteligentes para poder realizar la recogida de todos los datos.

Ahora que Google ha comprado Fitbit, este mercado ha sido el centro de atención de la prensa económica. Pero el primer dispositivo de Fitbit fue creado en 2009 y estaba colocado en la cintura. Es decir, ha pasado una década y este sector ya se encuentra en un cierta fase de madurez. Han existido también experiencias previas como la colaboración entre Nike Apple, cuando crearon NikeiPod que era una zapatilla equipada con un sensor que trabaja con el iPod.

Este mercado ha avanzado mucho desde que los relojes y móviles inteligentes ya incorporan en el dispositivo todos estos elementos de seguimiento de la actividad física y de nuestra salud. Algunos vienen incluidos con la mera compra y otros son de pago adicional a través de aplicaciones específicas de terceras compañías o de servicios premium que ofrece la propia empresa tecnológica.

Los datos más sensibles

Lo más relevante en este mercado es la recogida de datos de los usuarios. Los que se almacenan de forma habitual son: el contador de pasos, los latidos del corazón (pulsaciones), el tiempo de sueño, los ciclos menstruales, y la localización. Se añade una comodidad: se pueden controlar desde la muñeca (sea a través de una pulsera de seguimiento o reloj inteligente) o desde el mismo teléfono. Además, ahora ya se está combinando la inteligencia artificial, el software y el hardware para mejorar la innovación y crear nuevos productos.

Garantizar el buen uso y la privacidad de estos datos buen uso y la privacidades tarea de todas las partes: empresas, gobiernos y usuarios. ¿Por qué se trata de un tema tan sensible? Estos dispositivos recogen de forma habitual la mayoría de nuestras constantes vitales, rutinas y localización. Pensemos que si no existe un control y garantía de privacidad toda esta información podría ser vendida a diferentes empresas como las aseguradoras o bien a anunciantes publicitarios.

El bienestar digital se ha convertido en un sector estratégico para las empresas tecnológicas

Los gobiernos y las políticas públicas deben ser los garantes de que la privacidad y la transparencia de la recogida de los datos sean una realidad. Es decir, se debe establecer un marco regulatorio que garantice a cualquier ciudadano que podrá conocer quién dispone de sus datos y qué se puede hacer con ellos. Asimismo, tener la posibilidad de cederlos para lo que se considere pertinente, así como la opción de retroacción en caso de que se desee. Para conseguir un buen cumplimiento, las autoridades regulatorias deben establecer un sistema de penalización en caso de mal uso de estos datos. Ya tenemos varios ejemplos en distintas partes del mundo del abuso o venta de datos por parte de las empresas tecnológicas sin conocimiento de parte de los usuarios.  

Otro elemento fundamental es la toma de consciencia del usuario de la importancia de no ceder sus datos a cualquiera que se los pida. Conseguirlo es tarea de lo que se conoce como la alfabetización digital, especialmente entre la población de mayor edad. La falta de conocimientos sobre el funcionamiento tecnológico de estos nuevos dispositivos puede llevar a situaciones de engaño.

Si bien es cierto que el objetivo final es tener una vida más saludable y activa, este bienestar digital no se puede conseguir si no se garantiza la privacidad y el buen uso de todos nuestros datos. Como dice la cita latina “mens sana in corpore sano”, no olvidemos usar la cabeza para salvaguardar nuestro patrimonio digital.