ANÁLISIS

Hablar en el campo

Messi y Vicente Moreno, el técnico del Mallorca, se enzarzan en una discusión en el Camp Nou.

Messi y Vicente Moreno, el técnico del Mallorca, se enzarzan en una discusión en el Camp Nou. / periodico

Jordi Puntí

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"Nos toca hablar en el campo, las palabras se las lleva el viento". Son declaraciones de José Alberto, entrenador del Sporting de Gijón, que hace unos días se conjuraba con su equipo contra la mala racha que llevaban. Hablar en el campo: no hay tópico futbolístico que tenga tanto predicamento entre los jugadores, sobre todo ante el bloqueo de una entrevista en directo, pero entonces viene la pregunta más importante: ¿y qué se puede decir?

En realidad hay muchas formas de hablar. Algunos jugadores de corte defensivo hablan a gritos, con agresividad, y convierten cualquier charla en un intercambio de amenazas. Otros prefieren hablar por lo bajo, jugando a susurros, pero a veces sueltan frases de una gran contundencia, que no admiten réplica. Luego están los que prefieren el monólogo: toman el balón y corren, y a veces consiguen un gol que es un aforismo y otras, un sinsentido. Los hay que prefieren filosofar, o son escuetos e ingeniosos, o astutos como una fábula de Esopo. ¿Y los porteros? A la hora de hablar tienen sobre todo la posibilidad de decir "no"”, de negar cualquier afirmación que venga del contrario, por contundente que sea.

El Barça parecía estar buscando un punto de inflexión y parece que lo ha encontrado en Rakitic en un giro lampedusiano de Valverde

En este mercado de voces, no se puede olvidar que la función principal de la palabra es el diálogo, y así el equipo que consigue combinar todas las voces es quien hace mejor fútbol. Frente al Mallorca, el Barça enlazó a ratos un discurso que se basaba en la presión alta contra un equipo que también quería hablar, y no solo para cerrar bocas. ¿Qué es, pues, lo que ha cambiado en 15 días, cuando el partido contra el Leganés dejó a los culés taciturnos pese a la victoria?

El Barça parecía estar buscando un punto de inflexión y parece que lo ha encontrado en Rakitic, que siempre ha sido un buen conversador. Se puede decir que estamos ante un giro lampedusiano de Valverde: empezó diciendo que todo iba a cambiar, y ahora resulta que la mejor versión del Barça actual se parece mucho a la de la temporada pasada. Sin Arthur, el diálogo del centro del campo es más entrecortado y abrupto, con menos réplicas, pero ahí está De Jong para ofrecer ideas estimulantes a los demás.

La voz cantante

Como siempre, el sábado frente al Mallorca, Messi fue quien llevó la voz cantante. Su fútbol tiene la capacidad de generar palabras, de motivar el diálogo y hacer a sus compañeros más inteligentes y locuaces. La noche empezó con un Ter Stegen afirmativo, que lanzó un pase tan medido a Griezmann que fue como la antítesis del juego que iba a desplegar el Barça: de portería a portería, como dos chicos rebeldes que se saltan todos los protocolos del toque y la posesión. Luego el Mallorca demostró que también tiene cosas que decir, y ya se sabe que los equipos que se abren y buscan el balón le van bien al Barça.

A través de Messi, poco a poco, el Camp Nou se convirtió en una ágora de discusión, e incluso hubo tiempo de admirar un gol de Suárez que era pura imaginación, un juego de palabras imposible de imitar. Ante tamaña exhibición, los aficionados nos quedamos sin habla.