Santa cumbre del clima

Al actor Chris Pratt le cayó la del pulpo porque posaba con una botella de plástico en la mano. El plástico pudo más que sus músculos pectorales y acabó pidiendo perdón entre lágrimas para purgar sus pecados. No me había dado cuenta hasta entonces de que Errejón, por ejemplo, siempre aparece con una botella de camping en la mesa cuando le hacen una entrevista. No había caído en que el postureo sin plástico de un solo uso es la nueva carta de protección del juego Magic de la corrección política. Anotado pues: nada de plástico cuando me hagan una entrevista, aunque cada vez que voy al supermercado lleno el carro de envases que irán a parar al contenedor amarillo y de los que solo podrá ser reciclados entre el 30 y el 40%.

La Ley Beatus establece que el alcance social de todo movimiento importante será desactivado por sus integristas, que introducirán el elemento religioso y vigilarán neuróticamente la conducta de sus miembros hasta expulsar a todos los que tengan cierto contenido de materia gris cerebral. Me la acabo de inventar, pero veréis como sirve para cualquier movimiento grande. En el ecologismo lo estamos viendo: el planeta suplica un cambio de modelo de producción y de consumo, es decir, reclama un movimiento transversal, y mientras tanto los escuadrones de fanáticos vigilan hasta el plástico de una foto de lucimiento personal y proclaman que la cruzada pasa porque cada uno de nosotros limpie, no el planeta, sino sus pecados.

Mientras nos disolvemos en reyertas por la pureza, la élite empresarial y política organiza esta cumbre inútil y aparatosa en Madrid, mientras siguen saltándose los protocolos de Kioto. Las eléctricas capitanean el patrocinio y traen a Greta Thunberg en coche eléctrico. Pobre chica: utilizada por una élite incapaz de pisar el freno de la economía global, para solazar a las masas. Le aplauden la bronca en un ritual de limpieza de imagen colectiva, de purificación postureica, tan estéril como echarle la bronca a Chris Pratt.