Subida de alquileres

Desahucios en la calle del lujo

Ya no son los clientes ni internet los que hundirán el pequeño comercio, lo hace la especulación inmobiliaria que mina la ciudad

Arboles plataneros en el Paseo de Gracia.

Arboles plataneros en el Paseo de Gracia. / periodico

Eva Arderius

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Les suben el alquiler y tendrán que marcharse. Esta frase, que no pasa de moda y se podría aplicar a muchos inquilinos, de condiciones, años y barrios diferentes de Barcelona, se ha convertido en una sentencia demasiado habitual en la ciudad. En este caso hace referencia a una de las tiendas de ropa de paseo de Gràcia, Furest. La marca, que tiene otros establecimientos, se ve obligada a cerrar la que fue su primera tienda, la más emblemática y que está en el paseo desde 1917.

La subida de precios, que representa una auténtica sangría en muchos barrios barceloneses, también tiene efectos en las calles más lujosas y comerciales de las ciudad y quién sabe si también en los barrios con rentas más altas, donde quizá todavía hay el efecto vergonzante que tenían los desahucios hace años, cuando la gente prefería no decir nada, no pedía ayuda y las expulsiones se silenciaban.

Guerra inmobiliaria

Nadie se escapa ya de los efectos de la especulación inmobiliaria. La realidad demuestra que los negocios familiares empequeñecen al lado de las grandes franquicias como Inditex, el grupo que se ha quedado el local de Furest y que pretende hacer en la confluencia de Gran Via con paseo de Gràcia una de las tiendas más grandes del mundo. Este es el objetivo, las calles más comerciales de Barcelona y de todas las grandes ciudades se han convertido en esto, en el escenario de una guerra inmobiliaria de grandes grupos empresariales que compiten para ver quién ocupa más esquinas y quién se hace con los locales más grandes y visibles. Compran ciudad como si compraran paneles publicitarios. Venden ropa pero también invierten y especulan con propiedades. Así hacen el negocio.

Esto deja fuera de juego a los pequeños; no es una cuestión de rentabilidad, es imposible pagar según qué alquileres únicamente con los beneficios que da una tienda. Uno de los últimos estudios inmobiliarios, el de la Cambra de la Propietat Urbana de Barcelona, muestra que paseo de Gràcia es la segunda calle más cara para alquilar un local, solo superada por la Rambla, donde los precios han subido un 170% en tres años. El aumento de los alquileres, según los expertos, lo han producido las grandes operaciones inmobiliarias que han hecho en la zona las grandes franquicias. Suben unos precios que solo ellos los puedan pagar. Este informe también dice que mientras en Barcelona el precio medio de un alquiler comercial es de unos 2.000 euros mensuales, en la Rambla es de más de 13.000 euros y en el paseo de Gràcia, unos 8.000. Unos precios difíciles de asumir. Ni el comercio más exitoso de la ciudad puede ser un buen negocio con estas rentas.

Todo esto lo saben muy bien los tres únicos negocios familiares que sobreviven heroicamente en el paseo, tiendas como Santa EulàliaBel Felgar. En algunos de estos casos tienen asumido que si se termina el alquiler de renta antigua tendrán que dejar esta calle, este escaparate extraordinario pero cada vez más exclusivo y donde se hacen el 40% de las compras de lujo en Barcelona.

Estas tiendas no cerrarán porque los clientes hayan dejado de entrar. Ya no es una cuestión de dónde compran los consumidores o si lo hacen por internet, ya no son los consumidores los que hundirán el pequeño comercio, lo hace la especulación inmobiliaria que mina la ciudad.

Mantener la identidad

Quizá ha llegado el momento de empezar a pensar en alguna medida más intervencionista en el mercado inmobiliario de los locales comerciales. De la misma manera que se ha planteado la reserva del 30% de las nuevas promociones para pisos sociales, quizá se tendría que empezar a pensar en reservar una parte de las grandes calles al comercio de proximidad, una manera de darle una oportunidad y evitar que se tenga que marchar. Pero también una buena manera de mantener cierta identidad en nuestra ciudad y luchar contra la voracidad inmobiliaria que afecta a todo el mundo, desde Ciutat Meridiana hasta paseo de Gràcia. A algunos se les lleva por delante una cosa tan esencial como la casa, a otros les afecta el negocio.

Los que piensan que las luchas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y los movimientos vecinales contra la gentrificación no van con ellos están equivocados. La realidad lo demuestra cada día. Los grandes gentrifican y expulsan a los más pequeños y a los más débiles, también en las calles más lujosas de Barcelona. Quizá es el momento de hacer un frente común. No imagino a los comerciantes de paseo de Gràcia, Portal de l’Àngel o de la Rambla parando un desahucio, quizá tampoco es su trabajo, pero llegados a este punto, la idea no sería tan descabellada.