La situación del teatro musical

Viaje en dos direcciones

Madrid abraza la apuesta de las franquicias internacionales mientras Barcelona decide seguir su camino

El musical 'Rent', en el Teatre Condal.

El musical 'Rent', en el Teatre Condal. / FERRAN NADEU

Daniel Anglès

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Siempre que analizo la situación del teatro musical en nuestro país llego a la misma conclusión: mejor que nunca. Es posible que mi agotador optimismo influya en mi razonamiento, pero creo que cada temporada sabemos más. Con cada nuevo espectáculo, profesionales, público y medios de comunicación aprendemos más sobre este género que sigue siendo la mejor herramienta de creación de nuevo público.

La presencia de los musicales en Barcelona es habitual y variada en cuanto a estilos, contenidos y formatos. Lo que hace veinte años era excepcional, ahora es constante. Si analizamos nuestra cartelera sin compararla con la de otras ciudades, sin duda estaremos contentos. Pero si nos comparamos con Madrid, la sensación puede cambiar: las dos ciudades viven momentos distintos. Y no me posicionaré sobre cuál es mejor.

Para entender la situación actual, hay que analizar los últimos veinte años. Hasta entonces, los musicales en Madrid eran un hecho excepcional. Barcelona contaba con compañías históricas, compañías de nueva creación en salas alternativas y productoras consolidadas apostando por el género, tanto con títulos anglosajones como con musicales originales. Incluso los teatros públicos, a finales de los noventa, abrían la puerta sin complejos a los títulos más comprometidos.

En el año 1999, llegan con fuerza a las dos ciudades las primeras franquicias: éxitos internacionales que se representan en todo el mundo. Barcelona responde con recelo a estas propuestas y decide seguir avanzando por su camino. Madrid abraza esta apuesta y decide convertir la Gran Vía en el Broadway del sur de Europa. El musical se transforma en un negocio de alto riesgo con grandes posibilidades de éxito y, por lo tanto, atractivo para todo tipo de inversores.

En veinte años, Madrid ha conseguido un precio medio de entrada muy superior al que se paga en Barcelona. El formato de sus producciones es impresionante y actualmente hay por lo menos cuatro grandes productoras que presentan nuevos espectáculos de manera continuada: franquicias, nuevas producciones de éxitos internacionales e incluso estrenos mundiales, siempre de gran formato. En Barcelona, las salas alternativas son motor de creación y nuevos autores. Seguimos viendo apuestas arriesgadas de contenido contemporáneo. Y el riesgo artístico es constante. Y al mismo tiempo, exportamos muchísimo talento a Madrid. Hay más profesionales que nunca trabajando, pero el crecimiento de la industria en Madrid dificulta el nacimiento de nuevas compañías, ya que los jóvenes talentosos encuentran trabajo bien pagado en las grandes producciones. No se puede tener todo.

Es posible que envidiemos lo que no tenemos. Madrid tiene más público, más teatros de gran aforo, más producciones. Pero tal vez está bién que cada ciudad tenga su personalidad y ofrezca cosas distintas.

En todo caso, es muy positivo que esta temporada muchas producciones estrenadas en Madrid visiten Barcelona. Y que producciones de Barcelona lleguen a Madrid. Este viaje en las dos direcciones es una buena noticia.