A pie de calle

La revolución de las tarifas

Barcelona dejará de ser la anomalía europea y se equipara con las ciudades de Europa donde el título de transporte dominante es el abono, mensual o anual

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Pau Noy

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En el territorio de la Barcelona real el 80% de viajes interiores son sostenibles, uno de los valores más altos de Europa. Añadiendo al cómputo los viajes exteriores la cuota sostenible es del 75%. Hay todavía un 25% de viajes que se hacen en vehículos insostenibles o muy poco sostenibles, coche o moto. Digo viajes, y no personas, porque muchos de estos viajes los hacen el 10% de ciudadanos que usan el transporte público pero no regularmente. Cuando termine este año TMB habrá transportado 633 millones de viajes, un 3% más que el año pasado continuando la senda de crecimiento imparable del mandato de Colau, tras superar el cuatrienio negro de Trias.

En este contexto la administración municipal, metropolitana y de la Generalitat han acordado un nuevo marco tarifario  recogiendo lo que muchos veníamos diciendo desde hace al menos dos décadas, que con la tarjeta T-10 no era posible ni hacer una política tarifaria social ni una que atrajese nuevos usuarios al transporte público.  Un viaje con T-10 cuesta igual si se hace uno al mes, uno cada día, si se es residente o visitante ocasional de la ciudad. Un euro por viaje. Por eso esa tarjeta ha dejado de ser multipersonal y se ha incrementado en 10 céntimos el precio del viaje. Y para que quede claro se le ha puesto un nuevo nombre, T-Casual. A cambio se ofrecido una importante reducción del 25% en el precio del abono mensual, rebautizado con el inequívoco nombre de T-Usual, hasta un imbatible precio de 40 euros, a la vez que se reducido también fuertemente –un 24%- el precio de la tarjeta trimestral T-Jove, a 27 euros al mes.

Lo que se espera

Lo que se hace con esta revolución tarifaria es equipararnos con las ciudades de Europa donde el título de transporte dominante es el abono, mensual o anual. Barcelona dejará de ser la anomalía europea. Suiza, con ocho millones de habitantes, tiene 2,5 millones de abonos de transporte. Por eso es el campeón del mundo en el uso de transporte público y debido a ello el país helvético necesitó hacer su revolución en el sistema de transporte (Bahn 2000) para atender las demandas crecientes. En Barcelona la mayoría de ciudadanos pasarán de tener un pago por uso, como sucedía con el internet del año 2000, a una tarifa plana, como la que tenemos ahora en internet. El efecto de la tarifa plana siempre es el mismo, incrementar el uso  del producto “porque ya está pagado”.

Mi pronóstico es que en los próximos tres años veremos crecimientos porcentuales de viajeros cercanos a los dos dígitos, cuando siempre se movían en el intervalo de 1-4%. Probablemente acabaremos el año 2022 con 800 millones de viajes en TMB. Por eso se han comprado 54 trenes nuevos. Esto significa que cada barcelonés hará de media un viaje cada día en transporte público, 365 viajes al año si sumamos los de FGC y Renfe, que se verán menos afectados por la ola de crecimiento debido a que sus usuarios hacen viajes más largos. Barcelona se va situar al nivel de Friburgo, capital mundial de todas las políticas ecologistas, también la del transporte público y movilidad.  Allí se hizo lo mismo pero en 1984.

El nuevo marco tarifario quedará así: los menores de 17 años no pagan, los menores de 25 pagarán menos de 1 euro al día, los usuarios regulares 1,3 euros al día, la mitad de jubilados viajan gratis y a la mayoría de la otra mitad los viajes les salen a 40 céntimos.

Quedan cosas por arreglar. La más urgente es la creación de un título de transporte para familias que vienen a Barcelona el fin de semana. Alemania marca el camino de cómo hacerlo.