al contrataque

Las luces y mi gente

Estoy contento porque las luces de Navidad llevan varios días encendidas y de momento los CDR no las han atacado. También estoy algo desconcertado: no me encaja

La alcaldesa Ada Colau procede al encendido de las luces de Navidad desde Sant Andreu

La alcaldesa Ada Colau procede al encendido de las luces de Navidad desde Sant Andreu / periodico

Antonio Franco

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Estoy contento porque las luces de Navidad llevan varios días encendidas y de momento los CDR no las han atacado. También estoy algo desconcertado: no me encaja. No es por dar ideas, claro, pero temo que haya parte de su infantería que piense que se desaprovecha la oportunidad de conseguir lo que el Alto Mando dio a conocer como su objetivo máximo: la resonancia internacional, que se hable de Catalunya aunque sea mal. Si, desgraciadamente, al final atacasen las luces, habría imágenes de ello en todas las televisiones del mundo. Y si en el contexto del destrozo las cámaras sacan la Sagrada Família de Gaudí, todavía más. El ya mencionado Alto Mando podría presumir de un golpe tan eficaz para la aureola de su ejército paramilitar de liberación como los cortes de carretera (en los que se da por descontado que los Mossos tardan mucho en intervenir) o las quemas encapuchadas de contenedores (que si van acompañadas de inesperadas detenciones amplían la lista de sufrientes por la patria y presos políticos por los que protestar).

Mi desconcierto se debe a que no sé si hemos entrado en una tregua táctica, por supuesto no declarada, o que quien puede -todos sabemos a qué personalidad me refiero-  aún no ha dado ninguna instrucción más allá del viejo ya conocido y genérico "apretad" que precedió a tantas cosas. Descarto que los CDR lo que tengan es miedo a la reacción de los comerciantes que quieren hacer su Navidad, o que de golpe y porrazo hayan decidido empezar a ser respetuosos con la ciudadanía y las normas de convivencia en el espacio público. Lo subrayo porque persiste el runrún de velada justificación de la violencia y no dejan de recordarnos, con ocasión o sin ella, la necesidad de aceptar la existencia de martirio.

Sentido crítico

Con estas reflexiones intento hacer pensar a la gente verdaderamente pacífica que, por haberse ilusionado con la promesa de una futura república independiente magnífica, de momento acepta mirar hacia otro lado y no analizar las cosas que nos han pasado o que hemos tenido que oír en los últimos tiempos. O las juzgan benévolamente si surgen de su propio lado, empleando el sentido crítico solo para lo que dicen y hacen los de la orilla de enfrente. O consideran que los excesos ajenos seguro que deben estar siendo bendecidos entusiásticamente por todos los de la franja mayoritaria de población no secesionista. Están en esa actitud una heterogénea suma de intelectuales decantados, trabajadores corrientes y molientes, 'tietes', tercera edad, individuos decepcionados de otras cosas y estudiantes que anteponen su deseo de conseguir a corto plazo un futuro mejor a la tarea más monótona de prepararse para contribuir cualificadamente a conseguirlo. Pero, en fin, así es mi país, así es mi gente, esa que pasea por debajo de las luces navideñas.