Imitar el Todo

Estaba escribiendo sobre Messi y sobre la imposibilidad de escribir algo más, distinto, de lo que ya hemos escrito todos. Temía que me pasara como al calamar del poema de Gabriel Ferrater. "Murió devorado: lo inefable le tentó". Es decir, atreverse a decir lo que no se puede expresar con palabras puede conducir a la muerte (la literaria, al menos) de quien se atreve. Quizá ya solo nos quedan los juegos de palabras, como los de la portada de 'France Football' ("Messix"); el resto son vagas aproximaciones a un caso ciertamente singular.

O tal vez lo que toca es imaginar cómo haremos para demostrar a nuestros nietos que realmente existió un personaje como él. ¿Cómo lo explicaremos? Es lo que se pregunta Antoni Bassas en el 'Ara'. Confiesa que su padre imitaba los gestos de Kubala, que es exactamente lo que hacía mi padre: levantaba el culo, extendía los brazos y se retorcía como un armadillo cuando se arrolla, arqueado, sobre su propio cuerpo. No había manera de quitarle el balón. Así supe cómo jugaba Kubala, más que viendo resúmenes en blanco y negro. Quizá habrá que esforzarse en una imitación similar de Messi para las generaciones futuras. Pero, ¿cómo se imita el Todo?