Opinión | Editorial

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Otro éxito de Barcelona

La ciudad es un polo de atracción tecnológica y lo seguirá siendo si hay colaboración institucional

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Cuando Barcelona se propone alguna cosa acostumbra a conseguirlo. Diversas apuestas para ser líder en el sector de las empresas tecnológicas han dado, finalmente, resultado. En seis años, los empleos relacionados con las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) han crecido un 54% y la tasa de crecimiento mensual es ocho veces superior a la media de la ciudad. Operaciones como el 22@, el Mobile World Congress o la Barcelona Tech City han sido determinantes en estos buenos datos, igual que la colaboración entre las instituciones y el prestigio de las universidades de la ciudad. Ahora, Barcelona es la tercera ciudad del mundo preferida para instalar una 'start-up', por detrás de Londres y Berlín y por delante de París, Ámsterdam y Lisboa o Madrid. La creación de puestos de trabajo es siempre una buena noticia, pero aún lo es más cuando se crea ocupación de calidad, y en este sector los salarios están muy por encima de la media y la precariedad muy por debajo.

No será fácil mantener este ritmo. Otras ciudades se espabilan y empiezan a competir. Aunque también es verdad que es un sector en auge y lo seguirá siendo en los próximos años. Pero Barcelona necesita recuperar la paz social para seguir en lugar destacado en esta competición. Y necesita instituciones que tengan presupuestos aprobados, capaces de ponerse de acuerdo a tres niveles (Estado, Generalitat y ayuntamiento) y de cooperar con el sector privado. Estos resultados son consecuencia de los años en que estas tres condiciones fueron posibles. No fue tarea fácil, pero ahora vuelve a ser imprescindible para conseguir formar personal capacitado para optar a los empleos relacionados con las TIC y que ya no solo son ingenieros e informáticos sino también creativos y humanistas. Y que tampoco son solo graduados universitarios sino también técnicos superiores procedentes de la formación profesional, otra asignatura pendiente desde hace años. El éxito de la atracción y crecimiento de las empresas tecnológicas es un acicate para creer que lo imposible puede ser posible.