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Apostar por el empuje comercial de Barcelona

El atractivo turístico y comercial de Barcelona necesita de compromisos públicos para reanimarlo

La alcaldesa Ada Colau procede al encendido de las luces de Navidad desde Sant Andreu

La alcaldesa Ada Colau procede al encendido de las luces de Navidad desde Sant Andreu / periodico

Esta semana coinciden el inicio de la iluminación festiva y de algunas de las iniciativas que llevan el ambiente navideño a las calles de Barcelona con el Black Friday, reconvertido ya en una semana entera de apertura de la campaña comercial de Navidad. Una sincronización que en su día reclamó el sector pero que, junto a otras medidas emprendidas por el nuevo Gobierno municipal, aún se quedan cortas. Tanto en opinión de los sectores económicos como de los propios responsables de esta cartera en el Ayuntamiento, que prometen un mayor esfuerzo para el año 2020.

En medio del debate sobre cómo modular las fórmulas de animación y promoción de la actividad comercial durante este mes final del año, entre las diversas tradiciones ciudadanas (la Fira de Santa Llúcia, la de Reyes, el espectáculo de Nochevieja en la avenida de Maria Cristina) regresa la del debate sobre el pesebre de la plaza de Sant Jaume, una polémica que debería estar superada desde que se asumió como compromiso la coexistencia de los pesebres tradicionales en el Museu Marès y Pedralbes y otro artísticamente arriesgado, que refleja distintos aspectos de cómo el conjunto de barceloneses vive las fiestas pero sin renunciar al concepto tradicional de representación del Nacimiento. Pero más allá de la reanimación de las calles del centro de la ciudad, con un despliegue de iluminación más generoso pero al mismo sin dispendios energéticos injustificables, especialmente necesaria tras un otoño conflictivo, y la atención a los ejes de los barrios, con un comercio tradicional necesitado de apoyo para adaptarse a los cambios de los modos de consumo, la necesidad de relanzar el pulso económico de Barcelona debe tener objetivos más amplios. Como se planteó este miércoles en el congreso anual de la asociación comercial Barcelona Oberta, no se puede dar por hecho que la atracción de turismo, la buena imagen internacional, la celebración de grandes congresos o la oferta cultural sigan impulsando la prosperidad de la ciudad sin un compromiso firme para que su pulso no decaiga.