El catalán en las aulas

A Miquel Iceta, sobre la inmersión lingüística

La flexibilidad que reclama el PSC ya forma parte del ADN del modelo de la escuela catalana

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Joan Tardà

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Tú y yo, Miquel, pertenecemos a la generación que protagonizó el gran pacto para salvaguardar la lengua catalana y convertirla en eje de cohesión social. Y compartimos el orgullo de saber que fueron las clases populares, buena parte de las cuales conformadas por catalanes castellanohablantes, quienes lo hicieron posible. Sabes que no es casual que fuera en 1975 Cornellà, la ciudad del 'president' Montilla y la mía (y de la que tú fuiste concejal), la primera en introducir la enseñanza del catalán dentro del horario escolar y que fuera, a la vez, Santa Coloma la primera en implementar la inmersión lingüística.

Bien sabes que transformar aquella escuela pública, castellanizada y funcionarial, donde el alumnado no era competente en lengua catalana, en la herramienta de cohesión actual ha sido una obra titánica. Por esto no prevaleció la doble red de escuela pública que hubiera separado al alumnado en función de la lengua familiar. Y fue posible gracias a pedagogos como tu compañera Marta Mata, a instituciones de renovación pedagógica como Rosa Sensat y, sobre todo, gracias a la complicidad de las familias castellanohablantes, convencidas de que sus hijos, hasta que no dominaran las dos lenguas, sufrirían desventajas.

Y desde aquel lejano 1983 conseguimos hacer competentes a nuestros niños en las dos lenguas al acabar la enseñanza primaria, recibiéndolos en el parvulario en su lengua familiar y progresivamente irles introduciendo el catalán para que al final de parvulario ya pudieran hacer el aprendizaje de la lectura y la escritura en catalán. Detrás, los verdaderos héroes: las y los maestros de parvulario y de primaria (muchos castellanohablantes) que asumieron una ingente tarea de reciclaje (el país nunca se lo agradecerá lo suficiente) que, desgraciadamente, no tuvo continuidad en cuanto a los de secundaria.

Superamos todo tipo de adversidades políticas del uso electoralista por políticos que veían campo para cosechar votos y consolidamos el modelo gracias a los partidos catalanistas, también el tuyo. Desde la ley de normalización lingüística de 1988, que hacía del catalán lengua vehicular, a la ley de educación de Catalunya del 2008, impulsada por ERC bajo el Govern tripartito, que consagraba la existencia en cada centro de un proyecto lingüístico aprobado por la comunidad educativa. Es decir, la distribución de horas que el alumnado debía recibir en castellano e inglés/francés en función de sus características. Porque se trataba de asegurar el mejor aprendizaje.

En los últimos años, sin embargo, el país ha cambiado mucho. Hoy hay muchas más lenguas maternas. Por eso el pacto lingüístico debe seguir pivotando sobre el catalán como lengua común y el sistema ha de garantizar como mínimo el conocimiento oral y escrito del castellano y el inglés y facilitar a las comunidades de catalanes recién llegados el conocimiento de su lengua materna siempre que sea materialmente posible. De hecho, en 2004 se diseñaron las aulas de acogida con mentalidad de inmersión; es decir, recibir el alumnado en su lengua para ofrecerle una acogida lingüística y emocional.

Bienvenido sea el debate, pero es inaceptable que digáis que la lengua divide

Miquel, la flexibilidad que reclamáis ya forma parte del ADN del modelo de inmersión. Y si hay que detectar déficits, te señalo algunos: ausencia de formación en técnicas de inmersión en el aprendizaje de los profesores en las universidades, el no cumplimiento de las normas aprobadas por los propios centros de enseñanza secundaria o desatenciones de la Administración que afectan bastante a la inspección y a algunos equipos directivos.

Debate sí, división no

Bienvenido sea el debate sobre la inmersión lingüística si ha de servir para removerla y mejorarla, pero es inaceptable que podáis afirmar que la lengua divide. Al contrario, la sociedad, los gobiernos y la oposición han bajado la guardia, dando por hecho que la lengua catalana estaba salvada. Nada más falso. En la Catalunya actual, la inmersión es tan necesaria como lo ha sido hasta ahora. La escuela sigue siendo el único espacio donde muchos alumnos entran en contacto con el catalán y, por lo tanto, su función es clave, como clave fue TV-3 a través de una programación de calidad y atractiva para los niños (Club Super 3) hoy en una recesión alarmante y, en consecuencia, abriendo un escenario cada día más incierto en cuanto a la viabilidad del catalán. Una lengua común que sufre un proceso diglósico creciente, desaparecida en el cine, invisible en las cadenas de televisión privadas y no esperada en las plataformas digitales.

Miquel, pocos países pueden cantar gestas colectivas protagonizadas por las clases populares tan pacíficas y extraordinarias en pro de la cohesión social como es la de nuestro modelo educativo. Este es uno de los mejores legados de nuestra generación. ¡No lo echemos a perder, mejorémoslo!