La labor de las entidades sociales

El mundo en silencio

Qué impresionante es ver la labor de los que llevan, orgullosos, los chalecos de la Creu Roja, la ilusión con la que brindan su ayuda desinteresada

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zentauroepp46373351 migrantes181228162315 / Ferran Nadeu

Sergi Loughney

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Hace unos días, mi amigo y compañero José María y yo pasamos una jornada –desde la tarde hasta la medianoche– con la Creu Roja de Barcelona, acompañando a personas, como dicen ellos. Fue en Barcelona como podría haber sido en cualquier otra ciudad. Queríamos conocer de primera mano la función esencial que prestan las organizaciones sociales en favor de las personas más necesitadas, que sufren las consecuencias de un mundo cada vez más deshumanizado y menos solidario, a menudo más pendiente de los éxitos medidos en resultados económicos tangibles. Desde la Fundación Abertis tenemos una excelente relación, que viene de lejos, con Creu Roja: con ellos hemos realizado campañas de seguridad vial, acciones de voluntariado, ludotecas en las autopistas en verano, y un largo etcétera.

¡Qué humana fue la tarde que pasamos y qué vivencia personal más enriquecedora! Intentaré relatar mi experiencia y las conclusiones que saqué. Iniciamos el recorrido en el centro de Creu Roja de Sabadell, donde realizan un trabajo fundamental de ayuda a personas en riesgo de exclusión, a quienes dan clases formativas, almuerzo o en ocasiones simplemente un abrazo, que hoy en día es muy de agradecer. Los voluntarios y profesionales de Creu Roja, la mayoría de ellos gente muy joven, están al lado de estas personas para escucharles. A veces en silencio, pero siempre con una sonrisa, responden y atienden amablemente a personas que requieren los servicios de este centro (adultos, pero también niños) día tras día.

Escuchar y ayudar

Luego nos desplazamos al equipamiento para personas sin techo de Vall d’Hebron, donde equipos de Creu Roja atienden, cuidan, escuchan y dan comida y cobijo a personas que no tienen donde pasar la noche. La misma admirable actitud positiva vimos en el centro de reducción de daños del Casc Antic, un punto de ayuda a las personas con drogodependencias. En el Born, rodeado de tiendas turísticas y restaurantes 'fashion', en plena zona cultural y bohemia, también vive mucha gente que necesita las atenciones de estos formidables voluntarios.

Ya entrada la noche, visitamos una unidad móvil de ayuda a la prostitución en Les Corts. Qué impresionante es ver la labor de los que llevan, orgullosos, los chalecos de la Creu Roja, la ilusión con la que brindan su ayuda desinteresada. Son jóvenes dispuestos a escuchar y a ayudar ante todo.

Lo que pudimos ver la otra noche son solo algunos de los muchos proyectos sociales desarrollados por Creu Roja y por otras entidades que realizan una labor básica de ayuda al prójimo, como Cáritas Banc dels Aliments, que protegen y acompañan cada día a las personas que lo necesitan. Sus profesionales y voluntarios hacen que nuestra sociedad sea más solidaria y justa, más humana.

Tenemos a una gran juventud preparada, humilde y con gran sensibilidad social. Con una sonrisa y con gran bondad, cuidan y ayudan, a menudo en silencio, al margen de los focos mediáticos, sin más satisfacción que la ayuda que prestan y el agradecimiento profundo que reciben.

Quiero dar las gracias a Josep Quitet, presidente de Creu Roja Catalunya; a Enric Morist, coordinador y reciente Premio Solidario de la ONCE 2019; a Ramon, Javi, Alex, Esther, Miquel y Laura; y a todos los profesionales y voluntarios por acompañarnos en esta vivencia y enseñarnos esa ciudad oculta. ¡Qué bien va hacer este máster en humanidad! ¡Deberían impartirlo en las escuelas de negocios! Lo recomiendo a todo el mundo, empresas, instituciones y ciudadanos, pues todos podemos aportar algo. Al fin y al cabo, todos tenemos sensibilidad (o la buscamos), todos nos necesitamos y todos, en el fondo, acabamos comprendiendo que la labor más rentable y eficiente es la ayuda que nos prestamos, de modo altruista, intentando evitar o paliar que el mundo siga en silencio.