TENSIÓN EN LA EXCOLONIA BRITÁNICA
Aviso a Xi Jinping
Los hongkoneses dan un duro toque de atensión a China en las elecciones locales
Georgina Higueras
Periodista
Georgina Higueras
El aviso de los hongkoneses a Xi Jinping no ha podido ser más contundente: con represión no se ganan los corazones de la ciudadanía que, armada con las redes sociales, es capaz de organizarse tanto por métodos pacíficos como violentos para poner en jaque al Partido Comunista Chino (PCCh). Después de seis meses de enfrentamientos brutales entre la policía y los manifestantes, los 7,5 millones de habitantes de la antigua colonia británica han demostrado que son capaces de contener la ira para decir en las urnas lo que piensan.
Nunca antes había acudido a votar un porcentaje tan alto, el 71,2% del censo electoral. Nunca antes tampoco unas 'insignificantes' elecciones locales habían tenido tanta importancia. En realidad, no estaban en juego las cuestiones menores que resuelven los concejales de los distritos, sino el apoyo o la reprobación de Carry Lam, la jefa del Gobierno designada por la mano larga de Pekín. La intransigencia de Lam ha provocado la estruendosa derrota de sus fieles, que sólo controlarán uno de los 18 distritos de esta Región Administrativa Especial (RAE).
El sueño chino
Desde su ascenso al poder en noviembre del 2012, el presidente Xi repite sin cesar que China tiene un sueño. Pero para gobernar en armonía, según las viejas ordenanzas confucianas ahora tan de moda, tendrá que entender que también los chinos tienen un sueño. No se podrá alcanzar el primero si no se tiene en cuenta el de los ciudadanos que, en pleno siglo XXI, son cada día más conscientes de su individualidad y de sus propios intereses, que con frecuencia están en las antípodas de los del PCCh.
Xi Jinping tiene una oportunidad única de utilizar el grito de las urnas de Hong Kong para entablar un diálogo que permita pacificar la RAE y recuperar la convivencia entre sus habitantes. El renacimiento de China que tanto busca el secretario general del PCCh supone también el empoderamiento de sus habitantes que tradicionalmente han dejado gobernar al Hijo del Cielo sin formar parte de sus decisiones, siempre y cuando fuese el garante del orden, la estabilidad y el bienestar de la sociedad.
Dos tipos de nacionalismos
Si Pekín no cambia el rumbo de lo acontecido en estos seis meses en Hong Kong, se verá aún más inutilizado para resolver otros conflictos sociales que pueden convertir en un caos un país de 1.400 millones de habitantes. China, además, enfrenta dos tipos de nacionalismos: el central contra los periféricos y el de la mayoría han (91% de la población) contra las 55 minorías nacionales, como tibetanos, mongoles, kazajos o uigures. Precisamente, estos días han salido a la luz documentos que revelan la represión masiva de las étnias musulmanas de la Xinjiang, en especial de los uigures, que fueron mayoritarios en esa región noroccidental de lengua y cultura túrquicas.
Xi Jinping no puede aspirar a liderar una “comunidad de destino compartido para la humanidad” si no es capaz de entender cuales son las aspiraciones de sus propios ciudadanos. De igual manera, no conseguirá atraer a Taiwán al seno identitario chino, si no se abre al diálogo con Hong Kong.
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