Ideas para Catalunya

Tender una mano

Más de dos millones de personas han confluido en una utopía que para ellos es una posibilidad hermosa.

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Ángeles González-Sinde

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Lo llamaron 'Ideas para Catalunya', mezclando en la misma frase castellano y catalán como muestra de respeto, de comprensión y también de cercanía, nos explicaron Alberto Anaut y Antonio Lucio Gil, los promotores. Porque de eso se trataba, de tender una mano, también a quienes no quieran cogerla. El teatro del Círculo de Bellas Artes de Madrid estaba abarrotado. El tema interesa, preocupa, duele, también desde la meseta muchos ansiamos soluciones. Pero ¿cuáles? ¿Y cómo llegar a ellas?

Al escenario salimos unos pocos: el profesor Ruiz-Domènec, que nos habló de historia; los profesores Blanca Vilà y Juan José Solozábal, que hablaron de las posibilidades éticas y jurídicas; Diego S. Garrocho, que explicó lo que la filosofía puede aportar; el publicista Toni Segarra, el filósofo Javier Gomá y yo misma para departir sobre los afectos. No se trataba de analizar lo ya acontecido, lo que sabemos y nos angustia: las culpas, las causas, los errores, sino de proponer otras sendas para salir del laberinto, cada uno desde su área de conocimiento.

No rendirse

Para algunos mis ideas ante una fractura tan grave, podrán pecar de ingenuas, simplistas, incluso buenistas, pero desde mi ángulo de visión de ciudadana de a pie también lo ingenuo, lo simplista y lo bueno son necesarios para un conflicto de convivencia que se libra en todos los niveles, también en el íntimo, el doméstico.

Habrá que dar pasos para entendernos y atendernos, aunque sean gestos privados. No podemos dejar la responsabilidad en manos de políticos y jueces. Sobre todo, evitemos la tentación de tirar la toalla. Ayudar, como nos recordó Gomá, también es infundir ánimo en nuestros conciudadanos en los momentos más críticos, cuando casi todo parece perdido.

Para encontrar una vía que sustituya el camino a la independencia se debe diseñar un futuro atractivo juntos

Quede claro que ninguno de los presentes éramos pro-independencia. Convinimos que creemos y defendemos, por así decir, la interdependencia. Desde esa posición, se dijeron cosas útiles, interesantes, esperanzadoras, también duras, porque duro es el recuento de estos últimos años.

Los atractivos de la independencia

Yo analicé los atractivos que han convencido a la mitad de la población catalana para embarcarse en este 'procés', elementos algunos de los que vale la pena tomar nota como el descubrimiento de la política por parte de tantos jóvenes, el apasionamiento de hacer cosas juntos, de defender con otros aquello en lo que crees, la gratificante sensación que produce el contacto con lo que tú consideras verdadero y auténtico entre tantas cosas falsas o artificiales como nos ofrece el mundo hoy. Hablé del atractivo de la transversalidad del movimiento, del compartir por fin algo con tus vecinos, un proyecto en estas vidas nuestras tan desconectadas, tan restringidas por un modelo social y económico en el que solo somos consumidores, nunca generadores. La idea de la independencia como una nueva hermandad tras la incertidumbre y la precariedad que nos han dejado la crisis y un capitalismo depredador que huye de límites y controles.

Cada uno con sus razones, sus valores e ideologías en ocasiones contrapuestos y desde sus distintas experiencias, más de dos millones de personas han confluido en esa utopía que, aunque para algunos de nosotros sea equivocada, para ellos es una posibilidad hermosa. Todo eso hay que tener en cuenta si se quiere encontrar una nueva vía que sustituya al camino de la independencia.

Por supuesto, ese otro camino en el que independentistas e interdependistas confluyamos está por definir. El gran hándicap es que hablar de lo concreto, bajar al detalle del qué y el cómo, es mucho más complejo que una utopía abstracta. Lo que quedó claro este domingo ente los que conversamos en la meseta es que, si el deseo de independencia es un deseo de un nuevo principio y rechazo a todo lo que en esta sociedad en transformación no funciona, somos muchos los que estamos dispuestos a empezar de nuevo, pero juntos, compartiendo ese diseño de otro futuro.

La de este domingo fue una buena iniciativa, quizá la única salida: implicarse, trabajar desde otros rincones para generar un movimiento privado, callado y templado entre ciudadanos, de compatriota a compatriota, de vecino a vecino. Pasear juntos, como han empezado a hacer algunos reuniéndose en fines de semana ora en Segovia, ora en Girona hasta crear otra hermandad atractiva y significativa que busque un nuevo proyecto común donde todos cederemos un poco, pero ganaremos mucho. Hay que verse más y escucharse más para desmontar mitos que nos alejan, erradicar la desconfianza y no ser meros espectadores, sino especta-actores, parafraseando al gran teórico brasileño del teatro que fue Augusto Boal.