Dos miradas

Lengua e igualdad

Causa vergüenza e indignación oír defender acaloradamente la inmersión entre políticos y agentes sociales que nunca han llevado a sus hijos a la pública

Una niña de Mataró, durante las actividades de inmersión.

Una niña de Mataró, durante las actividades de inmersión. / ACN

Emma Riverola

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Hablamos de lengua, pero también de clases sociales. De desigualdad y de oportunidades. Si clavamos la mirada en el eje social y no en el nacional conseguimos una perspectiva menos teatral y más útil. La inmersión lingüística fue el triunfo de una izquierda consciente de que la igualdad de oportunidades dependía del acceso al catalán de todos los niños y niñas.

¿Qué tenemos ahora? La inmersión es obligada en la escuela pública y concertada. La primera soporta el peso de la inmigración sin los recursos adecuados. La segunda la pagamos entre todos, a pesar de lo cual impone unos recargos que la hacen inaccesible para las rentas bajas, e introduce la tercera lengua sin problemas. Luego, la escuela privada, la mayoría trilingüe o cuatrilingüe. Causa vergüenza e indignación oír defender acaloradamente la inmersión entre políticos y agentes sociales que nunca han llevado a sus hijos a la pública.

Hablemos de igualdad. De inyección económica a la pública y de prohibición de recargos en la concertada. También de escuela trilingüe o cuatrilingüe. Lo que es bueno para los hijos de la élite, lo es para todos.