La clave

Faltan los hombres

Para erradicar la violencia contra la mujeres falta el compromiso de los hombres

Zapatos rojos por las víctimas de la violencia machista, en una protesta en Bruselas.

Zapatos rojos por las víctimas de la violencia machista, en una protesta en Bruselas. / periodico

Albert Sáez

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Un inmenso hilo recorre las redes sociales en el Día Mundial contra la violencia ejercida contra las mujeres (por el simple hecho de serlo). Son ellas las que preguntan a los hombres: ¿Y tú a qué te comprometes? Las mujeres lo están dando todo, para empezar cientos de ellas han dado la vida para acabar con el machismo, víctimas después de haber denunciado o víctimas de su silencio tañido de miedo y de la insolidaridad del entorno. Para el tramo final de esta lucha, falta el compromiso de los hombres. Desde los políticos hasta los padres, profesores, jefes, compañeros de trabajo. Falta cortar de raíz esos vestigios de machismo que quedan incluso en los aparentemente más concienciados: esas bromas sexuales cuando el grupo se queda sin chicas, esa apelación implícita a la depredación sexual, esas exigencias a las niñas en las tareas domésticas mientras se es indulgente con los niños, esos juguetes aún marcados por los roles sociales asignados a cada género, ese paternalismo con las mujeres que toman responsabilidades o esa exigencia a las mujeres que mandan para que se masculinicen, para que griten, para que desafíen, para que ordenen, para que impongan.

La humanidad ha dilapidado a lo largo de su historia la mitad del capital de talento que tenía disponible. Los grandes retos del momento necesitan de la aportación de las mujeres y eso no significa dejarlas entrar en el mundo de los hombres sino hacer un mundo también de mujeres, con sus formas de abordar los problemas, con su manera de mandar, con sus condiciones físicas, con sus horarios, con su manera de abordar la realidad. A eso se deberían comprometer todos los hombres que dicen estar contra la violencia de género. No solo a 'condescender', sino a mutar en la raíz. Es un cambio de mentalidad, al que solo se resisten los más trogloditas, como hizo Ortega Smith de Vox en un acto institucional, pero hay que hacer que sea irreversible, no es una ideología, es un derecho fundamental, nada menos que de la mitad de la humanidad. Ese es el compromiso, mínimo. De ayer, de hoy, de cada día y en cada momento.