Opinión | Editorial

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Combatir la violencia machista

Además de animar a las víctimas a denunciar, hay que implicar a toda la sociedad en la detección de los casos de maltrato

Violaciones

Violaciones / periodico

Lunes 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género. Si atendemos a la estadística, esta semana al menos una mujer será asesinada por su pareja o su expareja. Él será su verdugo, pero ella también habrá sido víctima de una violencia estructural, de un sistema de normas y valores socioculturales que discrimina a la mujer y promueve su sometimiento a cualquier precio, incluso con su vida.

La violencia machista forma parte de un trágico día a día ante el que no cabe el conformismo. Cada muerte es evitable. Debe serlo. Y para ello hay que detectarla e incidir en cada uno de los momentos o lugares en los que podía haberse actuado para impedirla. Para empezar, es obligado saber las dimensiones de la tragedia a la que nos enfrentamos. ETA asesinó en sus 40 años de historia a 864 personas. Desde el 2003 (año en que empezó a contabilizarse las víctimas de la violencia machista), mil mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas.

La realidad es todavía más negra que las cifras oficiales, ya que por ahora quedan fuera de la estadística los asesinatos como el de Diana Quer o de otras personas del entorno de la asesinada (madre, hijos, hermanas, amigas…). Es una tragedia sistemática que se abate sobre las mujeres por su condición de mujer y que es ejercida por hombres que se creen legitimados para ejecutarla. Discursos irresponsables y negacionistas como los que pregona Vox solo refuerzan al maltratador y generan mayor vulnerabilidad en las mujeres.  

La protección y el apoyo a las víctimas de maltrato es un punto fundamental de la lucha contra la violencia machista. Hay mucho a mejorar en este sentido. Son demasiadas las mujeres que aún no se atreven a denunciar. No solo se trata de animarlas a hacerlo, sino de implicar a toda la sociedad en la detección de los casos de maltrato. Por desgracia, la denuncia solo es el primer paso de un proceso que entraña dolorosas dificultades para la agredida. En España falta un reglamento en la legislación estatal que obligue a la implantación de unidades de valoración forense integral por todo el territorio. Ley y medios para que un médico, un psicólogo y un trabajador social evalúen y agilicen todos los pasos para que, en el menor plazo de tiempo posible, la víctima y sus hijos (en caso de que los haya) tengan garantizada su seguridad. También urge implementar la perspectiva de género en los juzgados. Sentencias como la reciente de 'La manada' de Manresa generan una especial alarma social.

Pero antes de las denuncias, mucho antes de las sentencias, está la prevención. La educación juega un papel definitivo. Es imprescindible educar en valores que planteen una alternativa de vida al machismo que mata. Para ello cabe garantizar una educación sexual en todas las escuelas basada en la igualdad, la satisfacción y el respeto, también que cuestione las normas sociales dañinas y dé respuestas a las diferentes necesidades de todos los jóvenes, incluido el colectivo LGTBI. La violencia machista es un problema social, no particular, y solo puede combatirse desde la igualdad.