OPINIÓN

A todos los imbéciles que cruzan en rojo delante de niños pequeños

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Olga Pereda

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Hola imbécil. Sí, tú, imbécil. El que cruzas la calle con el semáforo en rojo delante de un niño pequeño. La educación de las generaciones diminutas no te corresponde, es verdad. A cruzar en verde es algo que los padres y las madres deben enseñar a su prole. También a pedir las cosas por favor, a no gritar en un restaurante y a ceder el asiento a una embarazada o una persona mayor. Todo eso es tarea de los papás y las mamás. Pero ¿tanto te cuesta esperar 20 segundos de tu existencia y cruzar el semáforo en verde cuando tienes un niño o una niña pequeña a escasos centímetros tuyos? ¿Tanta prisa tienes?

Lo de cruzar en verde es una batalla perdida. Y eso que, más allá de las croquetas, el pianista británico James Rhodes admira a los españoles porque "siempre cruzan en verde". ¿En qué ciudad vive? ¿En qué barrio? ¿En qué calle?

Una de las mil tareas de padres y madres es enseñar que con el semáforo en rojo las calles no se cruzan. Es ardua, lenta y diaria. Pero imprescindible. Te agachas para estar a la altura de tu hijo o hija, le señalas el semáforo y se lo explicas. En ese momento siempre hay un asno que cruza. Lo normal es que haya dos o tres.

"Solo los imbéciles cruzan en rojo porque arriesgan su vida" es una de las opciones que tienes como padre. Se lo puedes decir a tu hijo, pero no te lo recomiendo por dos motivos. El primero, porque tu peque -si está bien educado- te reprochará que "imbécil es una palabra fea y no se dice". El segundo, te vas a ganar una mirada de superioridad si el mentecato que cruza en rojo te oye. Incluso, hasta algún insulto. Las madres ya tenemos mala fama. Por pesadas y por egocéntricas. Así que mejor no la aumentemos.

Tenemos otra opción algo más pacífica. Por ejemplo, "los listos cruzamos en verde". No insultas a nadie directamente y refuerzas la positividad.

Muchas veces los que cruzan en rojo son madres y padres con bebés que van todavía en carrito o silla de paseo. No dejan de ser necios, claro. También los hay con chavales mayores que cruzan en rojo en familia. Familia lela toda ella. Aunque el perfil que más abunda es el de un peatón solitario que cruza en rojo. Se juega la vida, pero gana dos segundos de su existencia. Tiene muchas probabilidades de ser el mismo tipo de cretino que fuma en los parques infantiles. O en una terraza, delante de una madre que amamanta a su bebé. El mismo bambarria que enciende su cigarro a las puertas de un colegio o come pipas en la playa inundando de cáscaras la arena con la que, después, juegan los niños. El mismo lerdo que suelta tacos sin parar delante de un crío.

Sigue cruzando en rojo, sigue. Te recomiendo que, un día de estos, te pases por cualquier hospital que tenga gimnasio de rehabilitación. Verás a muchos abuelitos con el brazo fastidiado y apretando una bolita de goma para ganar fuerza en la mano y abuelitas con la espalda destrozada. Pero también verás personas maduras y jóvenes como tú arrollados por un coche. Pásate y hablamos.

Puede que las madres seamos egocéntricas y pensemos que el mundo gira alrededor de nuestros hijos. Sí. Pero tú eres un imbécil por cruzar en rojo.

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