Y Netflix inventó la Navidad

De los cambios que iban a depararnos las plataformas, hay uno que ni en mis mejores pronósticos vi venir: la revalorización de las películas de Navidad, género algo denostado aquí hasta la fecha. Como fan del cine navideño, sé que hay películas extraordinarias y gente que las adora. Y que en Estados Unidos la fiebre creativa por las fiestas, anunciadas por Mariah Carey en uno de los mejores virales de la temporada, no es nada nuevo. Los especiales televisivos de Navidad, originales o integrados en series, son una tradición sólida. Es raro el año que no se estrene una comedia navideña. Y Lifetime y Hallmark Channel, canales de televisión especializados en contenido familiar de sobremesa, tienen mucho éxito con sus propuestas navideñas.

La plataforma ha internacionalizado la sólida tradición estadounidense del cine navideño

Que esa realidad ya existía es evidente. Pero también lo es que la picardía de Netflix, que dio sus primeros pasitos con 'Un príncipe de Navidad' (2017), comedia romántica rellena del mismo almíbar que las producciones de Hallmark y Lifetime, la ha internacionalizado y parece que no hay marcha atrás. No me refiero a aciertos puntuales como 'A very Murray Christmas' (2015) o 'Crónicas de Navidad' (2018), sino a su surtido de comedias románticas saturadas de espíritu navideño, azúcar y árboles perfectamente adornados. Habituados a hacer 'scroll' por 'interfaces' delirantes, encontrarse con 'El caballero de la Navidad' (2019) o 'Un príncipe de Navidad: Bebé real' (2019), tercera parte de la película con la que quizá empezó todo (estreno el 5 de diciembre), puede parecer algo normal. Pero no siempre fue así.

La fascinación por el cine navideño, que se extiende a las redes sociales y a la cartelera (jamás hubiera imaginado que habría expectación por una película como 'Last Christmas', inspirada en las canciones de George Michael y Wham!), es algo relativamente nuevo. Quizá tenga que ver con un repunte de la 'feel good movie', claro revulsivo al dominante cine del enfado, pero es evidente que hemos pasado de argumentar en exceso por qué nos gustan las maravillosas 'Love actually' (2003) y 'The holiday' (2006) a convivir sin darnos cuenta con ese espíritu navideño de sobremesa. Nada en contra, pero es rarísimo.