OPINIÓN

Robert Moreno apaga el morbo

Su elegante despedida es un eficaz punto de partida para una nueva vida como entrenador

Roberto Moreno dirige en el Wanda el entrenamiento previo al partido contra Rumanía.

Roberto Moreno dirige en el Wanda el entrenamiento previo al partido contra Rumanía. / periodico

Albert Guasch

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Pendiente la hirviente olla capitalina de un comunicado presumiblemente crudo y respondón de Robert Moreno, el exseleccionador optó en realidad por una despedida conciliadora y elegante. Dando las gracias a espuertas, generoso con quienes le dieron la oportunidad de darse a conocer y eludiendo un cuerpo a cuerpo en el barro con Rubiales o Luis Enrique

Es evidente que no le agradó lo que escuchó en la prolija y a la vez confusa rueda de prensa del presidente de la Federación Española, pero como él recalca en su texto, una réplica de su parte conllevaría nuevas contrarréplicas que intoxicarían aún más el ambiente entre los implicados: «Solo serviría para entrar en una espiral de reproches y justificaciones por cada una de las partes. No lo voy a hacer», dice en ese comunicado enviado a través de una abogada. Palabras medidas en un momento aún de ebullición borboteante.

Moreno, tras el disgusto de su marcha, se ha tomado un respiro y ha reaccionado con la altura y la elocuencia que se le han conocido públicamente desde que asumió el banquillo de la Roja. Nada tenía que ganar con reproches. Al contrario. Enfrente se alza un Rubiales arropado por buena parte de la prensa madrileña y, sobre todo, un Luis Enrique con el que resulta imposible encararse por razones obvias.

Nueva vida

La causa de la ruptura de la larga amistad entre él y el asturiano incumbe a ambos. Quizá sus respectivos entornos, y el de Rubiales, alimenten el morbo y la curiosidad, pero hará bien Robert en distanciarse al máximo de cualquier amago de reverberar el incendio. 

Su despedida es un eficaz punto de partida para una nueva vida como entrenador. Es lo que desea, y así lo expone. Y más allá de lo que se guarde para sus adentros y la confidencialidad a la que le obligue el finiquito, ofrece con su comunicado el primer gesto para recobrar la calma tras la tempestad. En la selección y en sí mismo.