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¿Alguna propuesta menos?

Visitantes en el Museo Nacional d'Art de Catalunya (MNAC)

Visitantes en el Museo Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) / periodico

Xavier Bru de Sala

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¿No nos damos cuenta de la falta absoluta de planificación cultural? De vez en cuando se habla de alguna posibilidad, como la reapertura, eternamente fracasada, del teatre Principal, la cesión del vetusto pabellón de Victoria Eugenia, uno de los dos inservibles, solo uno y gracias y ya veremos, al MNAC para acercarlo al centro, o escuchamos el 'ritornello' de una franquicia del Hermitage en el Port Vell. Nada de nada. El último proyecto de envergadura puesto en marcha, el Hub del Disseny, más bien debería rediseñarse. Por otra parte, es probable que el Museu d’Història de Catalunya deba trasladarse por finalización del contrato de alquiler, sumada a las dificultades de una 'conselleria' casi desaparecida sin combate y perdida en el tobogán de las rebajas presupuestarias. ¿Qué será, al paso que retrocedemos, de la Barcelona cultural? Por no haber, no existe ni debate sobre el relato que debe adoptar, asumir y proyectar esta ciudad de tradición tan reivindicativa como sufrida, optimista e inmune a los castigos que ha sufrido.

Madrid planificó en los años 80 suplantar a Barcelona y ya lo ha conseguido

Y resulta que el Principal no se ha podido reabrir ni transformar porque ninguno de los proyectos -por supuesto que privados, y los hemos conocido muy buenos, y es como si los poderes públicos no fueran nada responsables del venerabilísimo 'antic teatre' de la Santa Creu- ha contado con las complicidades imprescindibles. Y resulta que como el MNAC no prevé disponer de presupuesto para exposiciones de cierta envergadura, se dice si allí situará la biblioteca, y el pabellón que debería ser imán no será imán. Y resulta que el área de museos de Montjuïc se queda a menos de medio camino de sus potencialidades, y que ni los que lo deberían saber tienen idea del futuro del Museu d’Història. Y resulta, en fin, que cuanto menos propuestas estratégicas surjan de nuestros cargos públicos o encuentren interlocución en ellos, más agradecidos les van a estar desde Madrid, la ciudad que en los años ochenta descubrió la importancia estratégica de la cultura, planificó suplantar a Barcelona y ya lo ha conseguido.

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