El 'president', ante la justicia por los lazos amarillos

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ERC arropará a Torra ante el TSJC. Se representará así la enésima escena en favor de la unidad que, aunque fallida, anhela parte del independentismo

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Anna Cristeto

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El presidente de la Generalitat, Quim Torrase sienta este lunes ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) por una presunta desobediencia. Alega que mantuvo la pancarta de los presos y un lazo amarillo en el balcón de la Generalitat porque para muchos catalanes representa una idea de justicia y derechos humanos. 

A ojos de la justicia, si así se confirma, se habrá tratado de un acto de verdadera desobediencia y no solo de un paso más en el sendero del simbolismo de Torra, que espera que no le condenen por algo que ha reconocido. En abril, no retiró la pancarta en el plazo exigido por la Junta Electoral. Se escudó en que esperaba un informe del Síndic de Greuges, que también le instaba a acatar la decisión del órgano electoral. Se acabó descolgando de la fachada entre gran revuelo mediático. Lo mismo sucedió en las siguientes elecciones, cuando desde Palau se ordenó retirarla al saber que los Mossos estaban de camino.

Los socios de Torra en el Govern han asistido perplejos al pulso del ‘president’ a cuenta de los lazos. Internamente reconocen que se trata de una baladronada más que desgasta inútilmente, más aún cuando al final se acata. Torra, en cambio, cree que no hay batallas pequeñas, como reiteraba este domingo en una entrevista, por lo que su objetivo es acudir al juicio para señalar, índice en ristre, al Estado y su supuesta vulneración de los derechos humanos.

Esquerra se ve atrapada por el relato de la confrontación del ‘president’, como unas arenas movedizas que te engullen con más fuerza cuanto más tratas de zafarte

Esquerra se ve atrapada por el relato de la confrontación del ‘president’ y de JxCat, como unas arenas movedizas que te engullen con más fuerza cuanto más tratas de zafarte. Una vez más, algunos de sus dirigentes, como el vicepresidente Pere Aragonès, le arroparán a las puertas del juzgado. Se  representará así la enésima escena en favor de la unidad que, aunque fallida, anhela parte del independentismo.

Posible inhabilitación

Si finalmente se condena a Torra, y el Supremo lo ratificara, el ‘president’ podría ser inhabilitado en los primeros meses del 2020. Entonces echaría a andar el reloj electoral si falla la investidura para elegir a su sucesor, tiempo en que Aragonès sería presidente en funciones. Se plantearían otras incógnitas, sobre todo en el seno de JxCat, con la mirada puesta en una eventual candidatura de Carles Puigdemont.

Esa no sería ya responsabilidad del 131º ‘president’, que sacaría pecho por su defensa hasta las últimas consecuencias del mandato superior de la ciudadanía. El entorno de ERC, con una visión menos quijotesca, afirma que Torra habrá logrado una misión concreta: ir de pueblo en pueblo cada fin de semana, como ‘expresident’, donde se sentirá más cómodo. Pese a sus diferencias, Esquerra tampoco mueve ficha ante el temor de aparecer como el culpable de dinamitar el Govern.

En el libro 'Tota la veritat' se relata cómo se encargó a Torra escribir el discurso que el 10 de octubre debía pronunciar Puigdemont si se hubiera optado por no congelar la independencia. Se le escogió por las dosis de épica que insuflaría al texto. A nadie debería extrañar que su mandato transcurra entre la retórica de las epopeyas que tanto agradan al editor. Aquel discurso se guardó en un cajón. Puede que su obra de Govern corra la misma suerte.