LA CLAVE
El Tsunami y el puro de Sánchez
Un Gobierno español nunca hablará de nada bajo la presión de un "independencia o barbarie"
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
"El 1-O y los días posteriores el Estado estaba nervioso. Ahora, en cambio, me imagino a Pedro Sánchez fumándose un puro en su despacho, el que olvidó Rajoy". La frase no es mía, sino de un fino analista de la actualidad política catalana. Hablaba de los días más duros de disturbios en Barcelona, aunque bien podría utilizarse ahora, cuando el Tsunami Democràtic bloquea la frontera y los CDR colocan a la sociedad catalana ante una disyuntiva: independencia o barbarie.
No se trata de minusvalorar el impacto económico de las acciones de bloqueo de infraestructuras («Grandes pérdidas económicas en dos días», se felicitó una cuenta de Twitter en nombre de los CDR), que preocupa a empresarios y patronales. En términos políticos, a un presidente del Gobierno español –da igual de qué color sea, en funciones, con o sin mayoría– la violencia de cualquier tipo (los cortes de carretera se hacen por la fuerza, aunque no vuelen piedras) le facilita la labor: mientras centenares de personas (no más) movilizadas por una 'app' anónima, y con el apoyo tácito del Govern, protagonicen estos actos, no hay nada de qué hablar. Una calada al puro, y a otra cosa, como reblandecer el discurso y volver a Pedralbes para que ERC facilite la investidura, que es lo que de verdad importa. Sin inmutarse. Sin mover ni una ceja. Más allá de gesticular, Sánchez no pierde el sueño por el Tsunami.
Para que una protesta afecte económicamente al Estado debe ser mucho más potente y prolongada en el tiempo. A quienes sí perjudican las protestas es a ciudadanos y empresas, la gran mayoría catalanes. Típico del nacionalismo, querer tanto a la nación que no importe el daño, el sacrificio y el sufrimiento de los individuos que forman esa nación que tanto se ama. La desobediencia del Tsunami es ineficaz para lograr ese 'Sit and talk' que se proclama. Un Gobierno español nunca hablará de nada bajo la presión de un "independencia o barbarie". La inteligencia táctica del independentismo está acreditada, así que es dudoso que desconozca este hecho. 'Cui prodest', cabe entonces preguntarse. No a quienes buscan una pista de aterrizaje, eso seguro. Y, mientras, a Catalunya se le acumulan los tiros en el pie.
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