Análisis
Un paseo de Urgell del Turó Park al mar
El nuevo paseo posible desde Francesc Macià hasta el mar está ahí, esperando más árboles, aceras más anchas y continuas y una reducción drástica del asfalto
Maria Rubert
Arquitecta. Catedrática de Urbanismo (UPC)
La calle de Urgell es la arteria vertical principal del Eixample Esquerra. Con una anchura de 30 metros, como la rambla de Catalunya, continúa la traza de la ronda de Sant Pau prevista originalmente como un bulevar ajardinado. Los edificios no tienen la pretensión ni envergadura del Eixample central -el 'quadrat d'or' modernista como lo apodan las agencias inmobiliarias- que ha ido despoblándose para albergar oficinas y viviendas de lujo vacías. Los pisos son más pequeños y hay mayor densidad y variedad de población y de actividades. Es un sector excéntrico y más popular por su proximidad histórica a equipamientos que eran poco glamurosos como el matadero, la cárcel o la plaza de toros.
Urgell es una calle con multitud de comercios convencionales, donde comprar sanitarios, imprimir un libro, arreglar zapatos, ir al cine o a la farmacia, con buenos restaurantes populares donde comer 'cap i pota' o pulpo a la gallega; una calle que no ha sido inundada por la marea del comercio turístico. Actualmente en Urgell hay tres importantes equipamientos: la Escola Industrial, que ocupa cuatro manzanas, que puede renovarse con más actividades artesanales y/o vinculadas al 'pool' hospitalario de Clínic, el centro cultural Teresa Pàmies, que en pocos años ha revitalizado el barrio, y el recién remozado Mercado de Sant Antoni tangente a Ciutat vella con un entorno pacificado. Urgell lleva tiempo con interrupciones por obras. Las incomodidades actuales pueden ser el detonante de una transformación audaz de mayor calado en uno de los distritos con mayor contaminación y ruido de Catalunya.
El nuevo paseo posible desde Francesc Macià hasta el mar está ahí, esperando más árboles, aceras más anchas y continuas y una reducción drástica del asfalto. El Turó Park a través del paseo de Pau Casals puede continuar con un cruce directo hacia Urgell, donde las aceras anchas con el doble de árboles y espacios verdes permeables faciliten el paseo y la fluidez de peatones. Hay prevista una futura estación de metro en ese tramo. Pero hay algunos cruces difíciles. El peor es la articulación con carretera de Sarrià y París que se convierte en un mar de asfalto, con una gasolinera que nos recuerda que eso fue periferia y un concesionario de coches que ocupa una manzana prevista como zona verde. Mas allá de Sant Antoni, en su entronque con Poble Sec, la ronda desemboca tangente a Drassanes en el Paral.lel, una calle de 40 metros pendiente de mejorar su enlace hacia el puerto.
Barcelona lleva 40 años experimentando. Hemos comprobado cómo la urbanización cambia la vida de la calle. Se han ampliado aceras, multiplicado el verde, reducido de manera gradual el espacio de coche, incrementado la oferta de transporte público. Enric Granados o la rambla del Poblenou tienen 20 metros, como Aribau, Villarroel o Vilamarí y la mayoría de calles del Eixample, y son muy distintas en su uso y carácter. Actualmente tenemos datos que confirman el interés para la salud de esa reducción del espacio de asfalto. El éxito de paseo de Sant Joan es un ejemplo reciente. El comercio, el mercado, las actividades culturales, los servicios hospitalarios y educativos y la vida social de la Esquerra del Eixample se beneficiaran de la transformación de la calle de Urgell.
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