Crisis política en el país andino

Bolivia: otro foco de inestabilidad regional

Hay quien prevé un escenario en que la derecha autoritaria vinculada a los empresarios de la región de Santa Cruz tome el poder y lleve a cabo una política revanchista

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Salvador Martí Puig

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Hace unos meses una revista de coyuntura latinoamericana señalaba que Evo Morales aún tenía algunas posibilidades de ser reelegido a pesar de su desgaste. También añadía que ello era fruto de su exitoso manejo de la economía basado en aprovechar las ventajas comerciales que gozó América Latina durante la década pasada. Así Evo intensificó la tradicional lógica de desarrollo extractivo a base de exportar (sobre todo) gas, negociar mejores precios con empresas transnacionales y obtener rentas para construir infraestructuras e impulsar políticas sociales.

Este modelo, que tuvo un amplio apoyo y posibilitó un largo e inédito período de estabilidad política en el país, también creó tensiones. Algunas aparecieron entre sus aliados, pero la mayoría fueron con las élites económicas regionales, sobretodo con las del territorio llamado "la media luna", que incluye las provincias de tierras bajas: Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija.

Estas tensiones, a la vez, se amplificaron debido a que periódicamente se tensionó la institucionalidad debido a la incapacidad del MAS de ofrecer nuevos liderazgos y tener que postular de forma recurrente a Evo Morales. Así en el 2014, Evo se presentó para un tercer período presidencial a pesar de estar expresamente prohibido en la Constitución, aduciendo que el primero no contaba. También lo hizo en el 2019 a pesar de que en el 2016 el 51% de los electores votaron en contra de un cambio de Constitución que le hubiera permitido reelegirse. En esta coyuntura las elecciones del 20 de octubre del 2019 fueron un despropósito, y no solo por presentar nuevamente a Evo como candidato, si no por irregularidades en el recuento y las sospechas de fraude.

Resultado cuestionado

Estas elecciones dieron oficialmente un 47,08% de los votos a Evo Morales frente al 36,5% del opositor Carlos Mesa, resultado que convertía directamente a Evo en presidente, sin necesidad de una segunda vuelta. Pero este resultado fue puesto en duda y la misión electoral de la OEA sugirió la necesidad de repetirlas, recomendación que acató Evo. Pero el anuncio de la repetición electoral no calmó los ánimos de los opositores que iniciaron movilizaciones que terminaron en altercados en casi todo el país.

La crisis de gobernabilidad, sin embargo, escaló el domingo pasado cuándo los militares irrumpieron en la arena política y obligaron a dimitir a Morales y a su vicepresidente Álvaro García Linera, a la par que se anunció una orden de aprehensión contra ambos. Fruto de ello a día de hoy nadie sabe lo que va a suceder en el futuro inmediato, si bien hay quien vislumbra un escenario en que la derecha autoritaria vinculada a los empresarios de la región de Santa Cruz tome el poder y lleve a cabo una política revanchista y represiva.

En cualquier caso, mientras escribo este texto, nadie sabe cuál es el paradero de Evo. México y Argentina le han ofrecido asilo político, pero hay rumores de que está con las organizaciones cocaleras del Chapare para iniciar la resistencia. En cualquier caso, la única certeza que hoy impera es la de que Bolivia aparece ya como un nuevo foco de inestabilidad regional.