Al contrataque

¿Alguno nos sirve?

La paradoja es total: España vota condicionada por la desestabilización de Catalunya y Catalunya vota para estabilizar o desestabilizar España

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Antonio Franco

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Creo que la mayoría de los catalanes —junto a buena parte de los demás españoles-  va a las urnas pensando que Pedro Sánchez ha sido mejor presidente que candidato. En el debate fue cobarde al negarse a repetir a los suyos y los demás que España es plurinacional y que debe reorganizarse con un federalismo asimétrico no discriminador. Es lo que hubiera dicho un político de fuste. La incapacidad de frenar desde Madrid las violencias que los Mossos no lograron evitar, preocupa. Aun así, Sánchez encarna la única esperanza de que haya un gobierno que intente resolver racionalmente los problemas, pero necesita un pacto, ahora de forma estable, con Pablo Iglesias y los demás que mandaron a casa a Mariano Rajoy.

Pablo Casado ha cambiado el 'look' en su deseo de disfrazarse de lo que convenga en cada momento para que parezca que tiene un plan concreto para rehacer España. Pero él solo quiere mandar; de una elección a otra hemos visto que, cuando pensaba que la demanda pedía tranca, él creaba un contubernio con los neofranquistas, y que si ahora percibe deseos de moderación exhibe un centrismo 'adolfosuareño'. Albert Rivera también gira, pero como una peonza. Se ha convertido de pronto en el joven más viejo y gastado de este país. Cansa verle, está jubilable incluso en su partido, al que ya no le sirve después de malgastar el factor novedad y de traicionar la equidistancia. Iglesias en la campaña ha sido el más sensato, y coherente respecto a la elección anterior; pero mantiene los recelos sobre si será tan moderado si llega a compartir poder y debe compensar su papel secundario dando pruebas de radicalidad democrática. Errejón, con vocación de ser complementario, es una incógnita. En Catalunya genera simpatías, pero fuera de Barcelona su papeleta no será voto útil

Votar condicionados

Abascal, la novedad, es la gran tentación para los hartos de falta de rumbo que no se sienten representados por ningún otro. El desorden estimulado y consentido desde la Generalitat probablemente le dará muchos votos aquí y fuera de CatalunyaFranquista desacomplejado, saca los colores a los partidos democráticos que no han sabido crear una cultura antifascista recia.

El independentismo necesita ganar en Catalunya estas elecciones que le son tan contradictorias. El nihilismo de Puigdemont y Torra, pilotos de los despojos del pujolismo, les empuja a triunfar para poder malgastar luego ostentosamente sus votos en Madrid. Mientras, Esquerra no se atreve a decir que los necesita para los muchos años en que hará su propia política dentro de España. La paradoja es total. España vota condicionada por la desestabilización de Catalunya y Catalunya vota para estabilizar o desestabilizar España. ¿Nos servirán para algo Sánchez o Casado cuando ganen?