Análisis

El precio de la incompetencia política

Todo puesto de trabajo debe de ser considerado una inversión en la medida que genera un beneficio superior a su coste salarial. ¿Se imaginan que no cobraran hasta formar gobierno?

Imagen de agosto del 2018 de Pedro Sánchez y Pablo Casado en la Moncloa.

Imagen de agosto del 2018 de Pedro Sánchez y Pablo Casado en la Moncloa. / .44520624

Martín Vivancos

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En cualquier proyecto empresarial se utilizan ratios para determinar el nivel de rentabilidad y la pertinencia a la hora de invertir en él. Uno de ellos es el nivel de productividad. En la actual coyuntura política, de desconcierto y de 'improductividad' que ha desembocado en una paralización de la propia acción de gobierno ¿no debería esto afectar a la retribución de sus protagonistas? No hay que constituir un gobierno a cualquier precio pero ¿qué precio está pagando el país y su nivel de competitividad por no tener un gobierno estable?

Es normal que toda empresa tenga una dirección por objetivos, incluso una misión que define la razón de ser de su organización. Se pueden olvidar muchas cosas pero no lo que justifica la existencia de tu actividad, es decir, la gobernabilidad del país, lo cual incluye el ejercicio legítimo desde la oposición.

La negociación, determinante

Es difícil encontrar una empresa que no tenga que negociar con diferentes agentes (clientes, proveedores, personal, etcétera). De hecho, la negociación es un proceso crítico que puede ser determinante a la hora de que los consumidores decidan comprar o no un producto. Me resulta fácil saber cuál sería la reacción de un directivo al que se le reporta que han fracasado las negociaciones de su jefe de compras que no ha sabido conseguir ningún 'partner' ni beneficio alguno para los intereses que representa.

Nuestros representantes no han sabido gestionar el proceso de negociación asumiendo unos mínimos principios: ganar-ganar, concesiones y condiciones, así como conocer el coste del no acuerdo. Es decir, una ruptura parte de la premisa que el desacuerdo genera más beneficios que el entendimiento.

Más valioso que una cuenta de explotación lo constituye el fondo de comercio o los clientes que tiene una empresa. Estamos en una economía de la confianza que deposita el mercado en tu organización. Esto es algo que debería estar omnipresente en la mente de cualquier directivo y debería regir toda actuación. Cuando no es así se diluye el nivel de confianza de los clientes y se deteriora la imagen de marca. Esta es la erosión que vive la clase política, independientemente de su ideología, sin el menor indicio de autocrítica y de aplicación de un plan de contingencia que la saque del nivel de mediocridad. Los datos así lo constatan, es el segundo problema que más preocupa a la ciudadanía.

Todo puesto de trabajo debe de ser considerado una inversión en la medida que genera un beneficio superior a su coste salarial. ¿Se imaginan que no cobraran hasta formar gobierno?

Qué lejos está el principio de la ejemplaridad que guía la esencia del liderazgo en nuestros políticos. Y esto me lleva a mi último punto de la reflexión: la dirección por valores.

Honestidad y coherencia

Las empresas están incorporando valores a sus organizaciones (sostenibilidad, ecología, proximidad, comercio justo, etc.) como un medio de identificación con sus clientes y de diferenciación respecto a la competencia. Es fácil establecer una analogía con el ámbito político, ya que la esencia de su actuación debería guiarse por valores. Apelo a la honestidad, en la medida en que se hace aquello en lo que se cree y se cree en lo que se hace. Honestidad como reflejo de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Honestidad como reflejo de autenticidad aunque ello no sea del gusto de todos.

Se habla de diversidad pero no somos capaces de gestionarladiversidad . Se habla de talento, pero sus actuaciones no lo reflejan. Se ensalza la competitividad pero no se obtiene por falta de competencia. Se requiere liderazgo pero no se está dispuesto a dar ejemplo. Es necesaria la mejora continua pero se huye de la autocrítica. Y si encima observamos los resultados, cuánto queda por aprender y cuántos deberían buscar otro trabajo.