La encrucijada británica

Atrapado en la ambigüedad

Corbyn está intentando hacer equilibrios para ofrecer una posición moderada y pragmática

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Cristina Manzano

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Uno de los muchos puntos en común que el 'brexit' tiene con el 'procés' es que ha minado, prácticamente, toda posición política que parezca moderada. Es de manual. La polarización agudiza los extremos, que a su vez alimentan la polarización, hasta que llega un momento en que las razones son lo de menos. Lo que cuenta es 'la causa'.

Desde que comenzó el complejo, inexplorado y tedioso camino del 'brexit', el Partido Laborista británico se ha visto atrapado en la ambigüedad. La de un líder, Jeremy Corbyn, que nunca apreció demasiado a la Unión Europea -a la que consideraba agente del capitalismo internacional- dentro de un partido cuyas élites se habían vuelto a lo largo de las décadas abiertamente europeístas -con Tony Blair como su máximo exponente-.

Con una campaña electoral por delante, con un partido conservador en una delirante deriva y con un electorado sumamente polarizado, Corbyn está intentando hacer equilibrios para ofrecer una posición moderada y pragmática. En otros tiempos lo que propone sonaría razonable; hoy resulta más bien papel mojado.

Los temas que importan

Para empezar, el Partido Laborista quiere centrar su campaña en los temas que de verdad importan al electorado: la sanidad, la vivienda, el planeta; quiere evitar que el monotema del 'brexit' lo domine -y lo contamine- todo. La realidad es que la elección está inevitablemente concebida para dar, o no, al primer ministro Boris Johnson el respaldo necesario para seguir adelante con sus planes.

Para seguir, en cuanto al 'brexit', los laboristas decidieron en su conferencia de septiembre permanecer neutrales: no apoyar ni el 'Leave' ni el 'Remain'. En su lugar, si ganan las elecciones se comprometen a negociar un nuevo tratado con la Unión y a someterlo a referéndum en el plazo de seis meses. Las opciones de la consulta serían la de una salida “creíble” y la de permanecer en la UE. Y solo antes, en una conferencia específica, el partido definiría su postura. Hoy, con el calendario electoral ya claro, Corbyn ha ratificado esa decisión.

Este sí es no es aspira a contentar a todos: a los laboristas partidarios de permanecer y a los partidarios de salir; a recuperar a los que en las europeas se 'fugaron' a los liberaldemócratas -los únicos claramente a favor de la UE- y a convencer a los laboristas favorables a la salida para que no se vayan con el Partido del Brexit.

Populismo

Este último -antes UKIP- es el que está marcando en realidad el tono de la política en el Reino Unido. Para combatirlo el Partido Conservador se sumó a un populismo sin tapujos que ha encontrado su mejor representante en un Johnson haciendo de sí mismo. Un Johnson al que todas las encuestas dan como vencedor -la cuestión es por qué margen- en los comicios de diciembre.

Así que por muy pragmático que quiera parecer, el panorama pinta mal para el partido de Corbyn. En las encuestas más recientes se sitúa 13 puntos por detrás de los 'tories'. En el aire flota además la idea de que nunca un laborista tan a la izquierda ha ganado unas elecciones generales. En política las ambigüedades se acaban pagando.