LA CLAVE

El otoño de las emociones

Caos y desorden y contenedores ardiendo en Catalunya. Una combinación ganadora para la derecha

Protesta por la presencia del Rey en Barcelona

Protesta por la presencia del Rey en Barcelona / periodico

JOAN CAÑETE BAYLE

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Ya lo advirtió Gabriel Rufían en su versión reflexiva durante las fallidas sesiones de investidura: otoño está siendo un muy mal momento para hacer política. La recta final hacia el 10-N se vive en un momento de efervescencia y excepcionalidad como no se veían desde las elecciones del 2004 después de los atentados yihadistas de Madrid. Existe la sensación de que el próximo domingo todo es posible porque la decisión del voto de una gran parte del electorado obedece tan solo a vaivenes emocionales. Cualquier previsión es inútil, todo puede suceder. Solo hay una certeza: todos los hilos de la trama pasan por Catalunya.

Un búnker

Otoño también está siendo un mal momento para jugar clásicos de fútbol (se suspenden) o para entregar premios que llevan el nombre de la realeza. La gala de los premios Princesa de Girona sí se celebró, pero cambiando la ciudad (Barcelona por Girona), con una casi inexistente presencia institucional catalana, entre protestas callejeras y bajo unas medidas de seguridad que transmitieron una pésima imagen  de búnker. La sensación que difundieron con alegría según qué medios con según qué coberturtas es que la familia real viajó a tierra hostil, un poco como esos policías que regresaban entre vítores a casa tras golpear, ser golpeados y disparar bolas de goma en las calles de Barcelona. Fijo que Santiago Abascal acariciaba el lomo de un tigre mientras las televisiones mostraban a  señores encorbatados tratando de acceder al Palau de Congressos entre los CDR convocados en la Diagonal.  Caos y desorden y contenedores ardiendo en Catalunya. Una combinación ganadora para la derecha. ¿Qué puede salir mal en este otoño de las emociones?

De hecho, otoño está siendo bueno para Abascal y su partido, Vox. Parece que no dan el mismo miedo que en abril. Y debería. Sigue siendo un partido antisistema y de ultraderecha, como demostró en su vergonzoso acto ante un centro de acogida de menores en Sevilla.  El blanqueo de PP y Ciudadanos en Andalucía y Madrid ha contribuido a normalizar a Vox, pero también el efecto dominó de la política: cuando la izquierda se mueve a la derecha, la extrema derecha parece civilizada y respetable. Qué pésimo otoño para la política.