ANÁLISIS

Las maletas de Trump

El presidente de EEUU piensa que la Constitución le da permiso para hacer lo quiera

El presidente de EEUU, Donald Trump.

El presidente de EEUU, Donald Trump. / periodico

Rafael Vilasanjuan

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En la noche de Halloween, entre calabazas y hogueras, el anuncio del proceso político a Donald Trump ha iniciado la carrera electoral para las presidenciales en EEUU. No es la campaña oficial, ya que todavía queda un año para que la urnas acaben de dar la llave de la Casa Blanca a un nuevo inquilino o la dejen en manos del actual. Es el inicio de la campaña real. Los testimonios recogidos a puerta cerrada por una comisión del Congreso confirman que Trump decidió condicionar ayudas a Ucrania, sugiriendo a su presidente que denunciara las actividades del hijo de su principal rival demócrata, Joe Biden.

Lo que puede parecer un hecho mas de su relación y conversaciones con otros presidentes, viene a confirmar que la maleta de este Super Mario de la política global está llena de basura, que mas que fortalecer al país, ponen a riesgo la seguridad y dejan cuestionada su Constitución, utilizando métodos mas propios de espías de la Guerra Fría, que de un líder que tiene la responsabilidad de liderar la primera potencia del mundo democrático.

No es nada sorprendente, todavía no está claro si llegó al poder con limpieza o utilizando algoritmos diseñados y dirigidos desde Moscú para descalificar a su anterior rival demócrata, Hillary Clinton; como tampoco se ha evidenciado que no hubiera estado él mismo en contacto con la trama que lo llevó a cabo. Aunque ninguna de estas razones fue suficiente para iniciar el proceso, ahora la conversación con el presidente de Ucrania ha sido definitiva.

Temores

Pero el 'impeachment''impeachment' lejos de ser el camino mas corto para ponerle con las maletas en la calle, va a ser utilizado como otra de esas estrategias de guerrilla. Concebido como un proceso que podría acabar con su destitución, es muy fácil que acabe siendo un bumerán para quienes pretenden apartarle de la Casa Blanca. De momento ya ha ganado la primera batalla. En la votación para iniciar el proceso público, no tuvo ni una sola deserción republicana.

 El temor a tener que buscar un candidato alternativo, cuando Trump tiene una base solida de seguidores por todo el país, ha sido suficiente para que su partido se cierre en bloque. Su intención es que el “impeachment” se acabe convirtiendo en un juicio partisano de los demócratas, justo en el año crítico para decidir su futuro.

El proceso empieza y es serio, como anunció la portavoz del Congreso Nancy Pelosi. Lo es porque este presidente piensa que la Constitución le da permiso para hacer lo quiera. Si fuera así, podría incluso pararlo, pero no puede hacerlo y el Congreso ha dicho basta. Por eso Trump va a intentar destruirlo, sacando de su maleta los recursos que mejor controla: una retórica insultante, la descalificación del adversario y la mentira en las redes. La misma maleta con la que ha llegado hasta aquí tiene munición para convertir el “impeachment” en una caza de los demócratas contra él. La gasolina para incendiar un año electoral, en unos Estados Unidos que a pesar del nombre nunca habían estado tan divididos.