Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA

Juan Carlos Ortega

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El superdebate

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Este lunes, 4 de noviembre, podremos ver el superdebate en la tele. Ahí estarán los cinco candidatos, todos muy guapos, discutiendo sus cosas, interrumpiéndose, sacando gráficos rarísimos e intentando quedar ante la opinión pública como ejemplos de bondad, pureza y dulzura.

Se buscará, por supuesto, la ecuanimidad. Por eso distribuirán los tiempos de forma angustiosamente precisa. Y luego, claro está, el minuto de oro, donde los cinco caballeros dirán, mirando a cámara con ojos vidriosos, cosas maravillosas que harán que todos nos emocionemos.

La pluralidad es el lema de todos los periodistas implicados en estos debates. Que no quede ninguna voz sin ser escuchada, insisten en recordarnos. Y a mí esto me parece muy bien, faltaría más, pero, ¿por qué no vamos un poquito más allá? Si lo que se busca es la pluralidad total, ¿por qué, en vez de un debate a cinco, no se hace un debate a 46 millones?

Traten ustedes de visualizarlo, porque sería un espectáculo sin precedentes. Un plató de televisión enorme donde cupiera la totalidad de los españoles. Cada uno con su atril, de pie, formando una hilera larguísima enfocada por millones de cámaras, para poder registrarnos a todos.

El debate sería larguísimo, pero no me digan que la diversidad informativa no estaría garantizada. Solamente el minuto de oro duraría 46 millones de minutos. Y eso equivale a 88 años.

Imaginen un 
plató con todos 
los españoles. 
Cada uno con su 
atril, formando 
una hilera 
larguísima

¿Se lo imaginan ustedes? Casi un siglo de mensajes pretendidamente emotivos, en el que todos nosotros estaríamos nerviosos esperando nuestro turno para hablar a cámara. Cuando nos tocara, a lo mejor ya habríamos muerto, pero ahí estarían nuestros  hijos para tomar el relevo.

Hemos contado solamente el tiempo final, el del emocionante mensaje de despedida, pero la totalidad del debate sería interminable. Si con cinco candidatos la cosa dura una hora y media, con 46 millones tardaría en finalizar casi 14 millones de horas. Es decir: 1.600 años. Si el debate empieza mañana, terminaría en el año 3619.

«Buenas noches, empezamos el debate de todos los españoles», diría la voz del presentador. Y en el año 3619, otro presentador, tal vez un androide, despediría el programa diciendo: «Ya les hemos escuchado a todos. Ahora saquen ustedes las conclusiones. Les dejamos con el peliculón».

Dios mío, ¿cómo será este país cuando el debate de la pluralidad total hubiera terminado? ¿Cómo será España en el año 3619? Tal vez ya no exista España, ni Europa. Incluso es posible que hayamos conquistado otros planetas fuera del sistema solar y estemos por ahí, contemplando otros soles hermosos. Pero de algo estoy seguro, algo quedará de lo de ahora. El ‘procés’, por desgracia, seguirá tan machaconamente vivo como ahora.