Análisis

El campañódromo

El territorio español se convierte estos días previos a las elecciones en un gran campañódromo. Ahora ya nos pueden pedir explícitamente el voto. Parece que fue ayer cuando nos lo pedían otra vez

Pedro Sánchez, en el mitin en Viladecans.

Pedro Sánchez, en el mitin en Viladecans. / periodico

Cristina Pardo

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El territorio español se convierte estos días previos a las elecciones en un gran campañódromo. Ahora ya nos pueden pedir explícitamente el voto. Parece que fue ayer cuando nos lo pedían otra vez. Si cuestiones imprevistas e inesperadas no les hacen cambiar, los candidatos tienen ya una hoja de ruta trazada. Puede resultar una obviedad, pero no lo es cuando de pronto Gabriel Rufián recibiendo sus abucheos y sus acusaciones de traidor. El PSOE sigue hablando de Franco allá donde va, a pesar de que ya hemos asistido a su último entierro. Por lo que se refiere a la estrategia de Pedro Sánchez en Catalunya, no tengo ni idea de cómo se plasmará en las urnas. Es una incógnita. No sé si los votantes le aplaudirán por no haber utilizado todos los instrumentos a su alcance para combatir la violencia callejera. Tampoco sé cuántos se seguirán fiando de él, después de pasar en su corta vida política de la bandera gigante de España a la plurinacionalidad, pasando por las naciones culturales, las no naciones y vuelta a la plurinacionalidad, cumpliendo así los días pares los deseos de unos barones y haciendo feliz a Iceta los días impares.

El PP, con un candidato cada vez más mariano, se presenta como alternativa posible. Pablo Casado hace cosas como criticar en Sánchez lo que calló cuando lo hacía Rajoy y proponer, por ejemplo, que si es presidente irá una vez a la semana a Catalunya. Se nota que estamos en campaña porque cuenta chistes en plan “es Halloween, Sánchez quiere un gobierno Frankenstein y después de meses de truco, hoy nos ha enseñado su trato”. Ay. Ya veremos a ver si al final no se tiene que abstener haciendo truco y trato.

De Albert Rivera no puedo decir nada que no sepamos ya. Han sacado a empujones a Inés Arrimadas de su íntimo embarazo y ahora nos presentan a Ciudadanos como la garantía del desbloqueo político. Ahora. Entiendo que la noche electoral estarán algo más altos que en las encuestas, porque si no, Rivera tendrá que volver a dedicarse a la natación.

Pablo Iglesias tiene dos objetivos muy claros: retener al simpatizante original arremetiendo contra la banca y los millonarios y apelar al voto del miedo diciendo que sí él no está fuerte, gobernarán Sánchez y Casado. Si fuera tan fácil gestar un acuerdo de investidura, no se estarían repitiendo las elecciones. Él ya debería saberlo. Y si no, que hubiera aceptado la vicepresidencia y los tres ministerios y no estaríamos ante este dilema.

Y de Vox, qué podemos decir de Vox. También van a hablar mucho de Franco para que no se les olvide el tema a sus votantes. Y Catalunya, el estado de excepción y 'si yo soy presidente, Torra no estará en libertad ni un solo día'. Ya verás cuando Santiago Abascal se entere de que en democracia él no puede detener ni encarcelar a nadie. Qué desilusión. A todo esto, se prevé batacazo del partido del 'president'. Quizá entonces decida dejar de humillar a su 'conseller' de Interior. Ánimo a todos.