El laberinto catalán

Estúpidos liristas soberanistas

Los de las 'jugadas maestras' les llaman con desprecio «defensores de contenedores» por no minimizar la violencia

Ilustración de María Titos

Ilustración de María Titos / periodico

Josep Martí Blanch

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Ha nacido una nueva categoría de soberanista: el lirista. Se le supone, a los militantes de esta nueva facción, un grado de estupidez digno de estudio. Son, para referirnos a ellos en términos populares, unos idiotas. Gente sin ninguna visión a largo plazo, incapaz de entender el verdadero y profundo sentido político de las cosas, individuos capados para la estrategia que siempre están equivocados.

Los han bautizado de tal guisa los soberanistas inteligentes, los de las jugadas maestras, los que siempre aciertan en todo, a raíz de la aparición de graves episodios de vandalismo y violencia en algunas de las manifestaciones organizadas como respuesta a la sentencia del Tribunal Supremo. Los liristas, también llamados con desprecio “defensores de contenedores”, serían los soberanistas que se niegan en redondo a aceptar que esa violencia pueda ya no justificarse, si no tan siquiera minimizarse; y que desprecian sin disimulo ni eufemismos a los que la protagonizan. Los liristas no solo son limitados en inteligencia, también se les puede acusar de ser mala gente. Basta con preguntarles ¿acaso vale más una acera que un ojo de un manifestante? para dejar a la vista toda su desfachatez.

Los liristas, que en público no son muchos -a nadie le apetece pasar por imbécil si es una persona de a pie o jugarse los cuartos si lo que tiene es una responsabilidad política que depende de la voluntad de un soberanista inteligente- son una piedra en el zapato en el camino de construcción de la república catalana, según la nueva edición del catecismo del soberanista superdotado.

No se dan cuenta, los pobres liristas, que ha llegado el momento de subir el tono y cambiar el lenguaje y actitud de las movilizaciones. Que a fin de cuentas es normal que los jóvenes estén que trinan y que se atrevan a hacer con pasamontañas lo que las 'tietas' y los 'tiets' han sido incapaces de protagonizar durante los años anteriores en los que coleccionaban sonrisas y camisetas. Los liristas, tontos, ignoran que la violencia ha sido previa y que por tanto la actual está justificada.

Lo de dañar la economía española les parece un disparo en el propio pie

Tampoco entienden que los disturbios en realidad son cosa de la policía y que la culminación del procés pasa indefectiblemente por conseguir que los Mossos d'Escuadra dejen de ser agentes de la legalidad para pasar a ser arietes de la revolución. Como son ciegos, o estúpidos, o las dos cosas, los liristas no alcanzan a vislumbrar ninguna consecuencia positiva de los disturbios, como son las portadas en los periódicos de todo el mundo y los minutos de televisión en el planeta entero. Piensan, ignorantes como son, que una cosa es la notoriedad y otra son las simpatías que su proyecto pueda merecer si se vincula a esas imágenes. No entienden nada, los liristas. Tampoco que la estrategia internacional pase por ir de la mano de los rusos y con otras gentes un poco extrañas para los estándares democráticos europeos. Los liristas no consideran que Europa haya dejado de ser una democracia, aunque tenga defectos y algunos graves, cosa de la que sí se han dado cuenta los soberanistas inteligentes.

La terquedad de lirista, que nace de sus pocas luces, le imposibilita aceptar como normal la dimisión del Govern en favor de la calle y que sean las propias instituciones las que subcontraten sus obligaciones de liderazgo en favor del anonimato digital. A los liristas lo de dañar la economía española les parece un disparo en el propio pie porque solo puede hacerse hiriendo gravemente también a la catalana. Van incluso más allá, y borrachos de tontería llegan a la conclusión que nada peor para el soberanismo que permitir que su ambición política acabe tratada como un problema de orden público y que se faciliten argumentos para que esto acabe siendo así.

No entienden que los Mossos hayan de dejar de ser agentes de la autoridad

Los liristas tenían otros apodos en el 2017. Entonces eran procesistas y vividores del procés. Estaban en contra de las leyes de desconexión, porque les parecían un atropello que negaba la lógica democrática que debía tener el movimiento independentista; entendieron el 1-O como un acto de dignidad nacional pero en ningún caso como un referéndum del cual pudiese derivarse ningún mandato democrático y por supuesto intentaron evitar la proclamación de una república que solo podía ser contemplada como una agresión en toda regla por al menos la mitad de sus conciudadanos.

Ya entonces quedó claro que estaban equivocados, porque todo aquello resultó ser, como quedó acreditado después, una cadena de jugadas maestras que hizo de Catalunya un lugar mejor. Así que probablemente ahora también anden metiendo la pata ante esta nueva exhibición de estrategia invencible del soberanismo más sagaz.