Dos miradas

Palabras

Si la velada justificación de la violencia perdura y se amplía, si la espiral no se rompe, entramos en un escenario en el que todo es posible. También lo peor

Manifestantes cortando una calle con barricadas en el centro de Barcelona

Manifestantes cortando una calle con barricadas en el centro de Barcelona / periodico

Emma Riverola

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si la velada justificación de la violencia perdura y se amplía, si la espiral no se rompe, entramos en un escenario en el que todo es posible. También lo peor. Un sabotaje que se va dramáticamente de las manos, alguien dominado por una pulsión de odio que busca una causa, la que sea, para justificar su estallido o, por desgracia cabe considerarlo, un fanático convencido de que la ‘libertad del pueblo’ bien vale unas vidas. Si llega ese día fatal, hipotético pero no inverosímil, en las palabras escogidas para la condena nos jugaremos definitivamente el futuro. Entre la consternación y el desconcierto deberemos escoger bien, de ello dependerá nuestra vida compartida.

El discurso actual de una parte muy minoritaria (pero demasiado amplificada) del independentismo es incompatible con la paz. Si en él se hinca el discurso del luto, un silencio henchido de todo lo malo se impondrá. El espejismo de blanqueo de ETA al que hace años que asistimos, se convertirá en nuestro escenario. Solo que, en un mundo globalizado, los invitados a la fiesta de la violencia pueden ser incontrolables. Pensemos bien las palabras.