Opinión | Editorial
El Periódico
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Las formas y el fondo en Sant Pau
Los profesionales de la sanidad gozan de libertad de expresión y manifestación cuando cuelgan la bata
Cuando todo se derrumba, quedan las buenas maneras. La actitud del cuadro directivo del Hospital de Sant Pau durante la visita de Pedro Sánchez la semana pasada para ver a varios policías heridos puede ser criticada, pero está relacionada con las formas, es decir, con aquellas buenas maneras que son exigibles a toda persona que ostenta una alta representación pública. Sin embargo, los gritos y abucheoscon los que Sánchez fue despedido son algo más. Este sector de profesionales que así se comportó conculcó dos principios básicos que debían regir su actuación en el interior de un centro hospitalario: la neutralidad y el deber de reserva.
Estos profesionales de la sanidad, como el resto de ciudadanos, gozan de libertad de expresión y de manifestación cuando cuelgan la bata blanca. No así cuando ejercen su labor profesional. Si estos principios valen para el conjunto de las administraciones públicas, son aún más exigibles en la sanidad. Hay que recordar que incluso en las situaciones de guerra –un escenario extremo no equiparable al catalán–, la Cruz Roja se rige por los principios de imparcialidad y neutralidad.
Este comportamiento impropio de este grupo de personas es aún más deplorable porque choca con la calidad de servicio, la entrega y la alta calificación de los profesionales de este centro. Estamos convencidos de que este es el sentir del conjunto de los trabajadores de Sant Pau. El problema está en que el ruido, en un clima de alto voltaje emocional, apaga las voces más sensatas y la labor callada de la mayoría de profesionales. En el plano de las buenas maneras, la dirección del centro debería haber recibido al presidente en funciones con el decoro institucional debido. Habría podido aprovechar también su visita para recordarle el déficit presupuestario crónico que aqueja a la sanidad pública, con los recortes que se intensificaron en el último ciclo de crisis, y que han sido compensados con renovadas dosis de entrega de los profesionales del sector. Una ocasión perdida.
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