El tablero catalán

Catalunya necesita un 'reset'

Ahora toca pensar en el futuro y nuevas elecciones que permitan empezar a salir del 'impasse'

Ilustración de opinión

Ilustración de opinión / periodico

Astrid Barrio

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La sentencia del juicio a los dirigentes independentistas pone fin a una fase de la política catalana. La fase en la que se hizo creer que la independencia unilateral no solo era posible sino que además no tenía costes. La condena por el delito de sedición a los líderes políticos y sociales del independentismo desvanece cualquier duda al respeto y obliga a hacer una reflexión sobre cómo se ha llegado a esta situación, cómo nos podemos salir de ella y cuál puede ser un horizonte realista para Catalunya.

No hay una sola causa que explique cómo hemos llegado hasta aquí. La falta de expectativas generada por la crisis económica, el desencanto de muchos catalanes respeto de las posibilidades de que España se reconociese como Estado plurinacional y la sentencia del TC sobre el Estatuto, enmendando de manera anómala aquello que habían votado el catalanes, son factores que alimentaron el caldo de cultivo para el crecimiento de la idea de que a los catalanes solos nos iría mejor. Pero sobre todo ha sido determinante la actuación de unos dirigentes que han atizado, por interés partidista, el conflicto territorial y han alimentado ilusiones de manera infundada. El independentismo enzarzándose en una subasta en la que se confundió la radicalidad con la mejor defensa de los intereses de los catalanes. Y los partidos de derecha y centro derecha no solo ignorando, sino también deslegitimando las aspiraciones de muchos catalanes, actuando como un frontón enfrente cualquier demanda y relegando toda respuesta al frente judicial. Todo ello alimentó una polarización política que ahora corre el riesgo de contagiar la sociedad después de una sentencia que es percibida como injusta por parte de muchos catalanes y que ha generando mucha rabia y frustración desembocando en unos inaceptables brotes de violencia

El independentismo optó por la vía unilateral anteponiendo lo que él interpretaba como la voluntad del pueblo a las leyes, un comportamiento del todo inasumible en un Estado de derecho y ahora está pagando por ello. Las elevadas penas impuestas hacen difícil no sentir empatía por los penados y pensar en la posibilidad de aplicar las medidas de gracia que contempla el ordenamiento jurídico, no así la amnistía, o en una reforma del Código Penal que pueda modificar los tipos penales y posibilitar un eventual beneficio retroactivo. Pero la situación de los presos no puede paralizar la política en Catalunya y condicionar el futuro colectivo de los catalanes. Seguro que como buenos catalanes ni los propios presos no lo quieren. Ahora toca  pensar en el futuro y hacer un 'reset' a través de nuevas elecciones que permitan empezar a salir del 'impasse'. 

Para hacerlo hace falta en primer lugar asumir que el conflicto no es entre Catalunya y España sino entre catalanes. Catalunya no es un solo pueblo, es un pueblo plural. Es el que se manifestó el sábado reclamando 'Llibertat,' pero también el que lo hizo bajo el lema 'Parlem-Hablemos' y es el que se manifestó ayer 'Por la Concordia'. Y el que no se manifiesta. Reconocerlo sería un primer paso al que no ayudan consignas divisivas como el ‘Lo volveremos a hacer’ o el ‘Ni olvido ni perdón’ ni tampoco la invocación permanente al 155 o a la necesidad de recentralizar competencias. En segundo término hay que volver a situar el conflicto en el marco del parlamento, que es la institución que representa la pluralidad de los catalanes, y sacarlo de calle, a la que también hay que dejar de excitar. Y por último se ha exigir a los dirigentes políticos, a todos ellos, que en beneficio de la convivencia y de la paz social actúen con responsabilidad y lealtad y busquen un acuerdo el máximo de consensual asumiendo que nadie está en disposición de ganar. Un acuerdo que, descartada la independencia, pasa por mejorar el autogobierno e incluir un sistema de financiación justo, equitativo y solidario. Un acuerdo deberá ser defendido en el marco de las instituciones estatales donde el concurso de Catalunya sigue siendo fundamental. Y un acuerdo que se tendrá que votar teniendo en cuenta que es más democrático votar un acuerdo previamente sometido a deliberación que una decisión que condicione el debate. 

El 'reset' ha de aportar reconocimiento, el retorno de la política a las instituciones, liderazgos consecuentes dispuestos a rehacer los consensos internos y la votación de un acuerdo. Porque por mucho que muchos anhelen la independencia nunca se debe renunciar a gestionar la cotidianeidad, a las políticas, porque renunciando quienes más pierden son los catalanes. Y esto es algo a lo que una fuerza que tenga como prioridad Catalunya nunca debería contribuir.