IDEAS

Y un helado 'tuttifrutti'

Los familiares de la familia Franco son recibidos por el prior de la basílica del Valle de los Caídos.

Los familiares de la familia Franco son recibidos por el prior de la basílica del Valle de los Caídos. / periodico

Jordi Puntí

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En España, durante los últimos 50 años, hay cosas que desaparecieron y hay cosas que no. Desaparecieron el Simca 1000, las condenas por adulterio y amancebamiento, o el helado 'tuttifrutti'. ¿Saben qué no desapareció nunca? El franquismo. En realidad, después del episodio nacional que se vivió anteayer en el Valle de los Caídos, parece que Franco siga en un eterno proceso de descomposición y transmigración. Las imágenes del féretro trasladado a hombros por su familia, con las flores y las banderitas y toda la parafernalia luctuosa, con esos abrigos del invierno del 74, me hicieron pensar en esa definición que el filósofo Eugenio Trías daba de lo siniestro: “Aquello que, debiendo permanecer oculto, ha sido revelado”. El problema es que la revelación, que tenía que ser forzosamente mínima, se convirtió en un nuevo episodio de convulsiones y temblores para esta democracia española empeñada en convencer al mundo de que goza de muy buena salud.

La exhumación de Franco dio a entender que la democracia española acoge a los franquistas como algo más que una panda de reliquias  de película de Berlanga

Si en algún momento el Gobierno de Pedro Sánchez creyó que este acto de justicia, largamente postergado sin razón, podía funcionar ahora como guiño electoral a la izquierda española, se han cubierto de gloria. Porque quizá ocurra todo lo contrario: retransmitido en directo con pompa y morbo, lo convirtió en un espectáculo. Convocó la nostalgia de franquistas y neofranquistas, y nos dio a entender por comparación que la democracia española les tolera y les acoge como algo más que una panda de reliquias y espantajos de película de Berlanga. Además de ser una burla a las víctimas del franquismo, es un ejemplo de dejadez de esa ley que tanto esgrimen. Se permiten símbolos en espacios públicos que están tipificados por la ley como delito de odio, se le da trato preferencial a un golpista como Tejero, y esta impunidad me recuerda a los policías que lanzan pelotas de goma en las manifestaciones, a pesar de que sean ilegales y deberían ser perseguidas por la ley. Es así: ahora mismo en la Constitución española tienen más cabida la represión policial ilegal y el enaltecimiento del franquismo, que no un referéndum legal para votar sobre la autodeterminación o lo que sea que se quiera votar.