Al contrataque

Sánchez, atrévete y anda

El candidato socialista tiene que poner de una vez encima de la mesa, antes de las elecciones, su propuesta concreta en relación con Catalunya y la cuestión territorial

Pedro Sánchez, durante un mitin en Jaén a principios de octubre

Pedro Sánchez, durante un mitin en Jaén a principios de octubre / periodico

Antonio Franco

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Es la hora de la verdad, candidato Pedro Sánchez. Lo que hemos vivido en Barcelona a la vista de toda España demuestra que no se puede continuar perdiendo tácticamente el tiempo como si continuase mandando Mariano Rajoy. La suma del independentismo pacifista arrollador de las mañanas con la desestabilización belicosa e incendiaria nocturna nos pone entre la espada y la pared. Ante la doble consigna de Quim Torra (la desobediencia en nombre de lo que cada uno interprete como libertad es legítima, y el “apretad”) solo hay una disyuntiva: o solución política dentro de nuestro Estado de derecho o seguir avanzando hacia un conflicto civil cada vez menos pacífico.

Planea asimismo la posibilidad del hartazgo y la rendición de muchos catalanes no soberanistas si todo sigue así y el dilema no se resuelve desde dentro de España. Si algunos bajan los brazos y en algún momento los 'indepes' cruzan la línea electoral del 50%, por mucho que esa cifra sea insuficiente para un paso tan trascendental como el que desean dar, los seguidores de Mas, Puigdemont y Torra quedarán moralmente tan rearmados como si hubiesen logrado los dos tercios en el referéndum indicativo que España no quiso aceptar cuando los soberanistas manifiestamente lo perdían.

Comprensión y complicidad

Ante eso, el candidato Sánchez tiene que poner de una vez encima de la mesa, antes de las elecciones, su propuesta concreta en relación con Catalunya y la cuestión territorial. Perdiendo el miedo a la franja discrepante del PSOE y al terremoto que organizarán de oficio los líderes de la derecha, y sabiendo asimismo que, diga lo que diga, no le aplaudirán tampoco los independentistas. Pero debe buscar la comprensión racional y la complicidad de aquella mayoría absoluta que se pronunció por acabar con la corrupción y el inmovilismo suicida que encarnaba Rajoy, y que deseaba abrir –aunque fuese en el alambre-- una nueva etapa con política real hacia alguna parte.

Sánchez tiene pocas alternativas. La más clara, aunque poco fácil, es hacer una propuesta federal reconociendo que España es plurinacional y asimétrica por su diversidad de lenguas, culturas y trayectorias. Dibujarla garantizando que en ella Catalunya y las demás comunidades históricas podrán caber sin que la imprescindible solidaridad degenere en un lastre excesivo para ninguna de ellas. Si Sánchez tiene otra alternativa, que la defienda, pero que no quede en una nebulosa retórica como la que salió del congreso socialista de Granada. Y sea cual sea su proyecto, que anuncie que si gana las elecciones pactará con los reacios cómo aplicarlo a partir de la legitimidad que le hayan dado las urnas. Sin claridad, sin concretar su plan, Sánchez nos enfila a seguir en el actual rumbo absurdo.