La reacción a la sentencia y el Parlament

Pedro Sánchez, durante un mitin en Jaén a principios de octubre

Pedro Sánchez, durante un mitin en Jaén a principios de octubre / periodico

Enric Marín

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La respuesta a la sentencia del TS hecha pública el pasado lunes 14 ha sorprendido la mayor parte de los actores políticos en Catalunya y en España. Era perfectamente previsible un estallido de ira, pero no la dimensión y gravedad de los graves disturbios que hemos vivido estos días. Si alguien lo dudaba, hoy ya parece evidente que las consecuencias de la sentencia del TS aún serán más intensas, más profundas y duraderas que las consecuencias de la sentencia del TC de 2010 sobre el Estatut. Porque llueve sobre mojado, porque cierra más puertas y porque afecta a las libertades y los derechos fundamentales.

También empieza a ser evidente que el cálculo de Pedro Sánchez de reforzar electoralmente al PSOE provocando una nueva convocatoria a las Cortes no ha funcionado. La idea era clara: los efectos de la sentencia podían favorecerlo electoralmente si mantenía una actitud dura frente a Torra y el independentismo. Y eso es lo que lleva semanas y semanas haciendo. Y para hacerlo era imprescindible no estar condicionado por un pacto de gobierno con Podemos. De modo que, descartando todo pacto con IglesiasSánchez ha priorizado el discurso patriótico sobre el debate izquierda-derecha. La simbología progresista parecía perfectamente cubierta con la exhumación del dictador Franco.

Como recordaba recientemente John Carlin, la agitación anticatalana suele ser muy rentable electoralmente en España. Pero quien sabe sacar mejor rendimiento es la derecha. Una derecha aún más movilizada por la irritación que en algunos sectores produce la exhumación del dictador. Esta convocatoria electoral puede convertirse en un magnífico regalo para el PP y Vox que pueden movilizar a su electorado y fagocitar buena parte del de Ciudadanos.

El pacto PSOE-Ciudadanos se evapora

El sueño húmedo de una parte del patriciado catalán y español de un pacto entre el PSOE y Ciudadanos parece evaporarse minuto a minuto, día a día. Para el PSOE el escenario postelectoral puede ser un sudoku imposible. Tan imposible como la respuesta unitaria del independentismo a la sentencia. El escenario institucional preferente para dar forma a esta respuesta era el Parlamento. Desde este punto de vista, la intervención personal del presidente Torra fue un fracaso estrepitoso. La falta de respuesta unitaria se ha querido subsanar con la propuesta de resolución pactada entre JxCat, ERC y la CUP. Una respuesta tardía e insuficiente que ha vuelto a excitar el sistema mediático español. Leído atentamente, el texto de la resolución se limita a rechazar la sentencia y proclamar que el Parlament no debe limitar su capacidad de debate; y que esto incluye "el derecho a la autodeterminación, la monarquía o la soberanía". Nada que vaya más allá de la estricta reivindicación de derechos. Y, por otra parte, en ningún caso se podrá votar antes del 10-N. Sin embargo, ya planea la amenaza de querella por desobediencia.

El hecho es que de aquí al 10-N la lógica de la representación y la propaganda lo impregnará todo. La derecha española continuará exigiendo mano dura en Catalunya y Sánchez continuará refiriéndose al "problema de convivencia" para ignorar la naturaleza política del conflicto. Nada de esto augura un escenario postelectoral más favorable al diálogo.