TRIBUNA

Ucrania: o autonomía o congelación

La autonomía es una solución que se ha revelado bastante eficaz para solucionar conflictos territoriales

Ilustración de Monra

Ilustración de Monra / periodico

Albert Branchadell

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Después de cinco años de estéril confrontación envuelta en la inconfundible retórica nacionalista del Euromaidan, uno de los principales objetivos del nuevo presidente de Ucrania, Volodímir Zelenskipresidente de Ucrania,  es resolver el conflicto bélico que asola el este del país aplicando un enfoque más pragmático. Tras una serie algo confusa de declaraciones y contradeclaraciones parece que Zelenski está dispuesto a aceptar la llamada "fórmula Steinmeier".

La fórmula Steinmeier no es una nueva hoja de ruta en sustitución de los acuerdos de Minsk II. La fórmula Steinmeier –debida al antiguo ministro de Asunto de Exteriores de Alemania, hoy presidente del país­– no es más que una propuesta para desarrollar uno de los trece puntos del acuerdo firmado en la capital bielorrusa. El punto 11 preveía la aprobación de una reforma constitucional en Ucrania que debía incorporar la descentralización como elemento clave, tomando en cuenta las características de las regiones de Donetsk y Lugansk y con el acuerdo de los representantes de esas regiones. Lo que sugirió Frank-Walter Steinmeier en 2015 es que el primer paso para acceder a un "estatuto especial" era la celebración de elecciones en Donetsk y Lugansk para elegir a sus representantes conforme a los estándares internacionales.

Sea como fuere, todo parece indicar que Zelenski y el parlamento nacional –controlado por un partido hecho a la medida del presidente– están dispuestos a emprender el camino que llevará a un estatuto especial de autonomía para Donetsk y Lugansk.

La solución a los conflictos

En una perspectiva histórica, la autonomía es una solución que se ha revelado bastante eficaz para solucionar conflictos territoriales. En el haber de la democracia europea destacan algunos casos célebres. En 1921, el conflicto de las islas Åland, un archipiélago de habla sueca bajo soberanía finlandesa, se saldó con la implantación de un régimen autonómico especial, un punto medio entre la mera absorción en el estado unitario finlandés y la anexión a Suecia. En el conflicto irlandés la vía autonómica introducida por el Tratado anglo-irlandés de 1921 sirvió para demostrar que la unión de Irlanda con el Imperio Británico podía conciliarse con las aspiraciones nacionales irlandesas. (En este caso, la guerra civil entre autonomistas e independentistas y la pérdida del Ulster hicieron perder al experimento su carácter ejemplar.) En los años 70 del siglo XX, la solución en el conflicto del Tirol del Sur, una región mayoritariamente germanófona en la frontera de Italia con Austria, consistió en la autonomía especial para la provincia de Bolzano, en lugar de su disolución en las regiones administrativas italianas o su anexión a Austria. La introducción del home rule en Irlanda del Norte tras los acuerdos del Viernes Santo de 1998 trajo consigo la paz y la estabilidad a la región, aunque de entrada no satisficiera ni a los que deseaban la reunificación de Irlanda ni a los partidarios de seguir con el gobierno directo desde Londres.

En muchos casos, la alternativa a la autonomía especial como solución a un conflicto territorial no es la independencia de verdad sino la congelación del conflicto. Desde que la región moldava de Transnistria proclamó su independencia en 1990 ningún estado del mundo la ha reconocido, ni siquiera su protector ruso. El grupo que trabaja en descongelar el conflicto (conocido como 5+2, donde los 5 son la OSCE, Rusia, Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea y los 2 son Moldavia y Transnistria) no se propone asentar la independencia de la autoproclamada República Moldava Pridnestroviana sino precisamente adoptar la solución autonómica: como dice la misma OSCE, el objetivo del formato 5+2 es elaborar los parámetros de un acuerdo global "basado en la soberanía y la integridad territorial de la República de Moldavia dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas, con un estatuto especial para Transnistria dentro de Moldavia".

España se encuentra en una encrucijada: 
o crisis o negociación 

Sin duda, estas lecciones europeas pueden ser instructivas para otros conflictos territoriales más cercanos. Después de la sentencia del 1-O, España se encuentra en una encrucijada: o se va a una crisis "profunda y duradera", como apunta el Instituto Elcano en su último informe, o las partes se preparan para negociar un estatuto especial para Catalunya. De momento todo apunta en la primera dirección, porque para lo segundo harían faltas dos cosas que no están en el horizonte inmediato: que en Madrid haya un Gobierno dispuesto a tomar el toro por los cuernos y que en Barcelona se deje de alimentar la llama de la confrontación.