LA CLAVE

El cielo en la tierra es el infierno

Puigdemont y Torra son el resultado de un dedazo que intentan hacerse perdonar como pueden

Vista general de Barcelona y de uno de los fuegos causados por los manifestantes independentistas radicales, el viernes 18 de octubre

Vista general de Barcelona y de uno de los fuegos causados por los manifestantes independentistas radicales, el viernes 18 de octubre / periodico

Albert Sáez

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Una de las mejores apologías de la democracia la escribió Karl Popper en 1945, justo al acabar la Segunda Guerra Mundial en 'La sociedad abierta y sus enemigos'. El pensador austríaco nos ilumina en estos días grises, que ya vienen siendo años, en Catalunya. Señala, por ejemplo, que el sistema democrático no garantiza el gobierno de los mejores, lo que asegura es la posibilidad de deshacerse de los malos gobernantes. A Quim Torra le ha llegado esta hora. Las sociedades maduras acostumbran a generar líderes contrastados, que queman etapas antes de llegar a las más altas responsabilidades. Así, las consecuencias de las opciones erróneas son menores. Pero Torra fue nombrado presidente de la Generalitat a dedo, exactamente igual que su antecesor, Carles Puigdemont. Y los dedazos se llevan muy mal con la mentalidad de nuestra época que exige que la autoridad sea horizontal y el poder se ejerza con total transparencia. Estamos donde estamos porque tanto Puigdemont como Torra se han querido hacer perdonar el dedazo de Mas auspiciado curiosamente por la CUP. Fíjense como, en su retórica, buscan permanentemente el asentimiento de las masas, del "pueblo" que dicen ellos. Es esa necesidad de perdonarse el pecado original lo que les impide liderar. Y en momento como el actual, sin liderazgo, estamos aún más perdidos.

La manera que han tenido de intentar ganarse al pueblo ha sido "llevar el cielo a la tierra" pero, como también decía Popper, esa práctica produce como "resultado invariable el infierno". Y, aquí estamos, en el infierno. Podemos dedicar cientos de horas a debatir, dentro o fuera del Tribunal Supremo, la suma de hechos que nos ha traído hasta aquí porque, como dice el filósofo, no estamos determinados por "la historia" sino por nuestros actos. Debe hacerse tal revisión, pero ahora la urgencia es salir del infierno. Y ello pasa por aprender a ser autocrítico, "aprender a pensar que el otro puede tener razón, más razón que nosotros mismos". Torra ha sido incapaz de hacerlo y su insolvencia habilita también que otros, como el mismo Pedro Sánchez, tampoco lo hagan. Pero esa es la única salida del infierno porque dos equivocaciones, concluye Popper, "no hacen una aserción correcta"