LUCHA CONTRA UNA LACRA

El coste del machismo

Existe una red de asistencia y protección que las autoridades públicas deben garantizar, pero el dinero no siempre llega

Manifestación contra la violencia machista, en Barcelona

Manifestación contra la violencia machista, en Barcelona / periodico

Ana Bernal-Triviño

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Mientras el machismo habla de “chiringuitos feministas” la realidad es otra. En la violencia de género hay que hablar de dinero pero desde otro enfoque. No es el coste que generan las mujeres maltratadas, que son las víctimas y el Estado debe asistir a todas. El problema es quién provoca el coste. Y aquí son los machistas. Para paliar su daño existe una red de asistencia y protección que las autoridades públicas deben garantizar. ¿Llega siempre ese dinero? No.  

Denunciar o pedir ayuda como maltratada no es que te pongan una alfombra roja, sino comenzar a subsistir y recomponerse, que no se hace de la noche a la mañana. Cuando una mujer llega a uno de estos centros, incluso con sus hijas e hijos, tiene la autoestima anulada. Mientras el agresor normalmente vivirá con tranquilidad, sin control, sin ocultarse, ellas permanecerán en estas casas debiendo protegerse. 

El problema es que este paso no se da por gusto, lo hace una mujer maltratada cuando asume que ya no tiene otra salida porque permanecer donde está es el riesgo a ser asesinada, ella o sus hijos. Por lo que cuesta decidirse, es un despropósito que el presupuesto no llegue a estas mujeres. Les decimos que denuncien pero los y las trabajadoras sociales advierten de que no hay suficientes medios. Al final, cuando no se puede dar asistencia en el momento que se requiere, se produce un fallo del sistema imperdonable. 

No es nada fácil

No es nada fácil escapar del terror de tu agresor y llegar a un sitio desconocido, con personas desconocidas, hablar con ellas, con otras mujeres maltratadas que tampoco conoces, contar tu vida y aspectos íntimos, y con las preguntas de tu hijo e hija sobre qué haces allí. 

No es nada fácil asumir otras reglas de vida, pasar a ser anónima, vivir con el miedo por si te localizan, adaptarte a otros horarios, repetirte cada día que esa era la única solución, repetirte cada día que él no va a cambiar y que la persona a la que querías era un maltratador para evitar recaer con él. 

No es nada fácil no poder hacer lo que quieras, porque vives en otra casa que no es la tuya. Es un refugio. Y no es nada fácil recomponerse de un maltrato, aprender a ser más fuerte, reponer tu mente y salud de los recuerdos, y aspirar a tener un trabajo que dé independencia económica para empezar desde cero.

Es cierto que la congelación presupuestaria tiene así muchas de las medidas del Pacto de Estado Contra la Violencia de Género y afecta, también, a Catalunya. Hay tres cuartas partes del pacto en espera, pero tras ellas hay nombres y apellidos. La tolerancia cero contra el maltrato debe ser una prioridad absoluta, porque hay partidas que se declaran urgentes en otras necesidades. De lo contrario, otras mujeres considerarán que cuando den ese paso no tendrán la suficiente seguridad para estar protegidas y evitarán darlo. Piden asistencia porque su hogar ya no es su hogar, sino que puede ser su tumba. Y necesitan de forma urgente que el sistema no las deje en un limbo donde nadie les llegue a dar la mano para salir de la violencia en la que viven.